En México el uso de popotes es tan común como respirar. Estos pequeños e «insignificantes» instrumentos, dañan de manera importante tanto a la flora y fauna de nuestro planeta. Son aproximadamente 100 años los que tarda en degradarse cada popote, por ello, evitarlos es la mejor opción.
Datos del Foro Económico Mundial aseguran que para 2050 habrá más plástico que peces el en mar, es por eso que es de suma importancia modificar nuestras prácticas de consumo, sobre todo con los popotes.
En nuestro país, en Veracruz, recientemente se aprobó una iniciativa de de ley en el que contempla la prohibición del uso de bolsas de plástico y de popotes en establecimientos comerciales en el estado. Será hasta noviembre de 2018 que la ley entre en vigor, sin embargo, se trata del primer estado de la República que prohíbe los popotes.
Además de ello, se han lanzado diversas iniciativas para combatir el uso de popotes o la modificación del material que se usa en el popote. Biofase es un ejemplo claro de ello.
Biofase es una empresa mexicana que descubrió que con la semilla del aguacate existe la posibilidad de crear popotes que se degradan en 240 días y no en 100 años, como los de plástico. La compañía se dedica a la fabricación de plástico biodegradable.
Los productos de Biofase se pueden enterrar en la tierra, ya que tienen un proceso de descomposición como el de cualquier otra fruta.
Biofase es una empresa mexicana que descubrió que con la semilla del aguacate existe la posibilidad de crear popotes que se degradan en 240 días y no en 100 años, como los de plástico.
Fue Scott Munguía, quien aún estudiaba la carrera de ingeniería química en el Tecnológico de Monterrey que se dio cuenta que las semillas de aguacate tienen un elemento que se puede transformar en plástico biodegradable o bioplástico.
Este experimento se probó en semillas de frutas como mango y mamey, pero ninguna contenía el elemento necesario.
Pasaron dieciocho meses de investigación en el laboratorio y fue ahí donde encontró «la receta secreta». Para obtener el plástico biodegradable, se extrae la molécula de la semilla, se sintentiza para convertirse en biopolímero, e moldea y se obtiene el plástico.
Según cuenta Scott, el creció escuchando los problemas de contaminación, «por eso sabía que mi negocio tenía que enfocarse en problemáticas importantes y una de esas es el plástico, por eso estuve buscando una cierta molécula parecida a lo que ya se utiliza ahorita para hacer plástico biodegradable pero con otras fuentes».
Trataba de ir buscando en cosas que fueran desechos, algo que pudiera ser útil y me encontré con el aguacate.
Hace cinco años, Munguía patento su tecnología y fundó la empresa, sin embargo todo esto lo quería llevar más allá. Así que en 2015 instaló su primera planta de bioplástico en Morelia, Michoacán.
Se trata de la única en su tipo y en la primera que sólo se trabaja bioplástico.
En 2016, abrió otra planta enfocada en fabricar cubiertos y desde de febrero de 2018, comenzó con los popotes.
“Todo lo que se fabrica utiliza energía y la industria de la ecología lo mide en kilogramos de carbono emitidos (CO2). El aguacate cuando crece de la plantita al árbol grande absorbe dióxido de carbono –carbono biogénico-, y resulta que se utiliza menos carbono para un popote de Biofase que el propio carbono biogénico.
Son 130 toneladas mensuales de producto biodegradable que se genera en Biofase. 80 son para exportación y un 40% son popotes. La empresa consume para sus productos 15 toneladas diarias de semillas de aguacate.
Su venta ha sido la esperada y hasta es mucho mayor. Su principal mercado es en Estados Unidos, donde entró con la marca Avoplant, también exporta a Canadá, Costa Rica, Colombia y Perú.
En México, el mercado es el segundo más importante, sin embargo los supermercados no son su fuerte. Los restaurantes como Fiesta Americana, Changs y Chillis son sus principales marcas a quien les distribuyen.