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Por más y futuras rebeldes

Por Samantha Álvarez, comunicóloga y experta en responsabilidad social

La historia de la humanidad está construida sin duda por momentos extraordinarios para nuestra especie, de avances económicos, sociales, culturales, tecnológicos y científicos. Estos últimos enfocados en la búsqueda del conocimiento que nos permita explicar por qué suceden las cosas. Sin embargo, también la historia de la ciencia ha estado marcada de discriminación consciente a las mujeres. Hay un sinfín de ejemplos donde las visionarias de sus épocas en astronomía, álgebra, física, química y muchas otras disciplinas fueron calificadas como brujas, soberbias y rebeldes. 

De brujas a inventoras

Esta caracterización de la mujer incluso ha sido nombrada “Efecto Matilda”, en honor a Matilda Joslyn Gage, una activista de los 1800s quien fue la primera en reivindicar y denunciar formalmente este hecho a través de su ensayo “Woman as Inventor” (La mujer como inventora, en español). En su obra señala la invisibilización de las aportaciones hechas por científicas en su época, al plagio de sus descubrimientos y la falta de oportunidades y de promoción en instituciones e incluso en grupos de trabajo. ¿Te suena vigente hoy? ¡Totalmente!

Alrededor del mundo hay una gran disparidad entre hombres y mujeres que participan en la labor científica y que además tienen el reconocimiento de sus aportaciones. De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, dos de cada tres patentes registradas en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) no incluyen a ninguna mujer entre los inventores. América Latina es una región especial, pues, en promedio, casi alcanza la paridad. 40% de las personas que se dedican a la investigación científica son mujeres.

efecto matilda

Y aunque hay países latinoamericanos donde incluso son las científicas quienes dominan el campo de la investigación, en México estamos muy detrás. El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) registró que, del total de las más de 36,000 integrantes vigentes después de su convocatoria de 2021, solo el 38.2% son mujeres. Este porcentaje va reduciéndose al ir subiendo en los peldaños de el sistema que, en nuestro país, reconoce y da soporte a quienes realizan investigación científica. De las 89 solicitudes aprobadas, es decir, que han surfeado la lista de abrumadores requisitos, para su categoría de Investigador Emérito, 23 correspondieron a investigadoras mujeres. Este 25.8% de participación es además histórica, pues es el mayor número de mujeres que ingresan en esta categoría, en una misma Convocatoria, en toda la historia del SNI.

Construir un futuro brillante

Este recién conmemorado Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, me parece la perfecta ocasión para hacer honor al sentido puro de la ciencia, a esa búsqueda de conocimiento. Pero no desde el buscar los “porqués” de esta palpable relegación, sino mirando desde lo constructivo. 

efecto matilda

Cada uno de los obstáculos que enfrentamos las mujeres, y en especial las que se dedican a las ciencias, pueden convertirse en una motivación poderosa para proponer reenfoques pertinentes, dando luz fuerte y potente al papel de la mujer en la historia. Nuestro propósito es insistir en la reflexión humana sobre la brecha de sueños que existe entre nuestro género y nuestro potencial, persistir en el cambio de rumbo no solo para nosotras, sino para la historia y, por supuesto, para aquellas que vienen detrás de nosotras.

Esta perspectiva puede incidir positivamente en esas generaciones de niñas que hoy por diversas causas socioeconómicas o culturales no reconocen su magnitud posible. Un enfoque que influya en sus factores culturales, en su confianza, en su autovaloración, en sus oportunidades y en sus sueños, y por tanto en sus futuros, en beneficio no solo de ellas y de nosotras, sino en beneficio de la humanidad.

Una promesa compartida

Sigamos siendo rebeldes, continuemos haciendo eco del necesario e ineludible cambio de rumbo como sociedad. Seamos agentes de motivación de niñas y mujeres para seguir activamente exigiendo, encontrando y, ¿por qué no?, construyendo nuestros propios lugares y espacios de visibilización dentro de una sociedad cada vez más consciente y diversa. Seamos eslabones de esa cadena de generaciones vivificadas que nos preceden, para que el día de mañana ellas hablen por nosotras con un mejor presente. 

Por esto, celebro ser parte de Chinampa, un proyecto que busca reconocer, impulsar y honrar el potencial de las grandes mujeres que lo conforman. Su fin: inspirar a más para creer en sí mismas y mantener en activo este rumbo de cambio haciendo la diferencia, siempre retándonos a mejorar desde la sororidad. 

Ya lo decía nuestra querida Matilda, “cuando toda la humanidad trabaje para la humanidad, cuando el negocio de la vida de hombres y mujeres se convierta en una sociedad unida en todos los asuntos que conciernen a cada uno, cuando ni el sexo, la raza, el color o la condición anterior se tomen como impedimento para el ejercicio de nuestras facultades humanas, el mundo tendrá en sus manos la promesa de un milenio que obrará su propio cumplimiento”. 

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Sobre Samantha Álvarez

Samantha Álvarez es Licenciada en Comunicación y Maestra en Marketing Social. Ha colaborado en radio y el mundo corporativo en temas de desarrollo humano, responsabilidad social y sostenibilidad. Se declara fan de descubrir paisajes, el orgullo mexicano, las pláticas profundas, los criterios disruptivos y todo aquello que sacuda positivamente las mentes.

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