Durante muchos años Disney ha sido señalado por colocar en las pantallas de todo el mundo películas infantiles plagadas de estereotipos que imponen a las nuevas generaciones roles sexistas y estándares de belleza poco saludables. Así, las princesas protagonistas de estos filmes se han convertido también en objeto de numerosas críticas, muchas de las cuales han modificado su cuerpo y hasta sus historias con el objetivo de mostrar una alternativa más acorde con la realidad.
Pero los detractores de la compañía no sólo han criticado a sus personajes gracias a su cintura demasiado delgada, su cabello arreglado de forma irreal o su falta de diversidad racial, sino también por su tendencia a enamorarse y casarse con un perfecto príncipe y dedicarse a vivir en un palacio «felices para siempre». Y es que ¿quién no ha querido gritarle a la sirenita cuando renuncia a su propia voz con tal de conocer a un hombre?
Es por eso que la llegada de Frozen en 2013 literalmente nos dejó a todos congelados frente a la pantalla. El momento en el que Elsa de Arendelle se niega a bendecir la boda de su hermana con un hombre que acaba de conocer rompe con un golpe seco todos los paradigmas sobre el amor verdadero tradicionalmente impuestos por Disney y convierte a este complejo personaje en toda una heroína; tal vez no de su historia, pero sí del feminismo.
A pesar de que para muchos espectadores y críticos es la determinación de Anna lo que constituye el verdadero legado de Frozen, Elsa ha sido elogiada en múltiples ocasiones por su fuerte caracter y su disciplina, cualidades que también la han convertido en la princesa favorita del público.
Desde su lanzamiento este filme se ha convertido en todo un éxito mundial, imágenes y videos de las hermanas han inundado la red, incluyendo un clip producido por AVByte en donde finalmente Elsa da una lección al resto de las princesas de Disney y les asegura que realmente ninguna necesita un hombre, recordándoles los sueños que alguna vez dejaron atrás.