Hoy en día el medio ambiente se encuentra bajo amenazas nunca antes enfrentadas desde el origen de la vida en el planeta; el calentamiento global, el deterioro de la capa de ozono, la erosión, la acumulación de desperdicios tóxicos y la contaminación son temas a los cuales las sociedades se enfrentan cotidianamente.
Sin embargo, hay un problema que sobrepasa a todos los demás, pues es el resultado de algunos de los problemas anteriormente mencionados como es la pérdida paulatina de las zonas boscosas tanto en zonas templadas como en áreas tropicales, y con ello la pérdida de la diversidad biológica; esa riqueza de especies, ecosistemas y procesos ecológicos que hacen de la Tierra el único lugar del universo donde tenemos la certeza de que existe vida.
La diversidad biológica que guardan los bosques es uno de los recursos naturales más preciados (Sarukhán y Dirzo, 1992). Aún cuando podamos diseñar una tecnología capaz de combatir otros problemas ambientales, cuando una especie desaparece, es para siempre y nunca la volveremos a ver.
Independientemente de cómo interpretemos las cifras de deforestación a nivel mundial o nacional, el hecho es que los bosques y la biodiversidad que albergan están siendo destruidos con una enorme rapidez, casi de una manera exponencial, y por eso sólo contamos con la próxima década para actuar y asegurar que existan bosques para las futuras generaciones de habitantes del planeta.
México es considerado uno de los países más ricos de la Tierra en cuanto al número de especies que habitan en nuestro territorio; es decir, a nuestra nación se le da el título de País con Megadiversidad, ocupando un lugar especial junto con Brasil, Colombia e Indonesia como uno de los países más ricos del planeta en cuanto al número de especies.
Pero nuestro país no sólo destaca por el número de especies que habitan en él, sino por el alto índice de endemismos, es decir, de especies que sólo se encuentran dentro de los límites de nuestro territorio (Sarukhán y Dirzo, 1992).
Es importante destacar que la riqueza de especies y de endemismos en México no sólo ocurre en los trópicos. Los bosques de pino-encino de México son considerados entre los más diversos de la tierra, con 55 especies de pinos, 85% de los cuales son endémicos de México; los encinos son los segundos más diversos con 138 especies, 70% de las cuales son endémicas; además, en México habitan 1,070 especies de aves, de las cuales el 10% son endémicas (Navarro y Benitez, 1993).
Las razones más importantes para conservar la diversidad biológica no deben ser solamente de tipo ecológico y económico, sino también de tipo cultural, ético y estético. Sin embargo, en el mundo moderno parece que los argumentos detallados anteriormente no son suficientes.
Es muy importante demostrar la rentabilidad que implica conservar la naturaleza y es vital demostrar que el desarrollo económico de los pueblos puede darse de la mano de la conservación de los recursos naturales. Podemos decir que actualmente la tesis del desarrollo sustentable es cada vez más fuerte entre las sociedades, y es considerada como la única forma de progresar económicamente bajo un ambiente sano y limpio para las futuras generaciones.
Las organizaciones no gubernamentales, a la Iniciativa Privada y todos los ciudadanos conscientes desempeñan una parte importante en el desarrollo sustentable.
Los recursos naturales de México son el tesoro más preciado con que cuentan las futuras generaciones de mexicanos y, juntos, organismos no gubernamentales e iniciativa privada estamos decididos y preparados para colaborar en su conservación.
La cuenca del Valle de México, una de las regiones más bellas del nuevo mundo al arribo los europeos a América ha sufrido una transformación casi total en las últimas décadas, el acelerado crecimiento urbano, la deforestación del sur de la ciudad de México y el incremento en el consumo de combustibles fósiles la han llevado al borde del desastre ecológico.
La carencia de suficientes áreas verdes en la Zona Metropolitana de la ciudad de México hace que ésta utilice como principales pulmones del Valle a los bosques de Sierra del Ajusco y la zona boscosa del Desierto de los Leones, así como partes de la Sierra de Chichinautzin en la porción sur del límite urbano de la Ciudad.
Sin embargo, estos bosques han sido dañados por la contaminación, la tala inmoderada y la extirpación de su fauna nativa, por lo que ahora también sufren un desequilibrio ecológico al estar cada vez más mermadas las poblaciones de especies nativas (Ceballos y Galindo; 1984), que son eslabones importantes en las cadenas tróficas y permiten a los bosques mantener un equilibrio y un estado de conservación óptimo.
Actualmente existen importantes esfuerzos de reforestación y de recuperación de los bosques y Parques Nacionales que todavía hay en el Distrito Federal; sin embargo, el desequilibrio ecológico que han sufrido las especies que juegan un papel importante para el mantenimiento de estos bosques como en el caso de las cadenas tróficas, pueden hacer más difíciles las labores de recuperación de nuestros bosques.
Fuente: La Crónica de Hoy, medio ambiente, p. 18
Articulista: Luis Manuel Guerra.
Publicada: 10 de abril de 2011.