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¿Por qué la ONU ofreció restos de comida a los gobernantes?

360b / Shutterstock.com
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Una sorpresa esperaba a los gobernantes de todo el mundo que asistieron a un almuerzo celebrado en su honor en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) durante la sesiones de la Asamblea General de septiembre.

El almuerzo, cuyo anfitrión fue el secretario general Ban Ki-moon, un firme defensor del «hambre cero», consistió en gran parte de alimentos reciclados rescatados de la cocina antes de que se vertieran a la basura.

«Cada plato fue preparado con restos que normalmente se desperdician», informó Ban a otro grupo de gobernantes en una cena celebrada en el marco de la asamblea anual del Foro Económico Mundial, celebrada en la localidad suiza de Davos del 20 al 23 de este mes.

Uno de los aperitivos se llamaba «ensalada de vertedero», dijo, y añadió que era un pequeño ejemplo de solución sostenible para erradicar el hambre mundial.

Ban, que concluirá sus diez años de mandato al frente de la ONU en diciembre de este año, lleva a cabo una enérgica campaña por la erradicación del hambre extrema para 2030, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que adoptaron los países miembros del foro mundial en septiembre de 2015.

El dignatario aseguró que más de un tercio de los alimentos del mundo se desperdicia.

«La eliminación de la comida que se desperdicia en los hogares y en los campos es un elemento clave en la consecución del hambre cero», el objetivo número dos de los ODS, afirmó.

«(La ONU) está lista para liderar nuevas iniciativas a gran escala para acabar con el hambre», y practica en su propio ámbito -y en su propia cocina- lo que predica al resto del mundo, subrayó Ban.

Danielle Nierenberg, presidenta de la organización Food Tank, con sede en Washington, señaló que el problema de los residuos alimentarios está muy vigente entre los activistas en general y los ambientalistas.

«Lamentablemente, el desperdicio de los alimentos sigue siendo un problema del cual científicos, investigadores, agricultores, empresas, políticos y financistas e inversores, así como los consumidores, como usted y yo, no saben o no se preocupan lo suficiente», se lamentó.

«Y es parte de nuestra tarea ayudar a cambiar eso poniendo de relieve algunas de las innovaciones y soluciones que se están dando en campos, salas de juntas, cocinas, supermercados, restaurantes, aulas y laboratorios de todo el país, así como en ayuntamientos y los pasillos del Congreso».

Actualmente se desperdician hasta 40 por ciento de los alimentos producidos en Estados Unidos. Esa es suficiente comida para llenar un estadio de 90 mil personas cada día. En todo el mundo se desperdician aproximadamente mil 300 millones de toneladas de alimentos por año.

Al mismo tiempo, según Nierenberg, al menos uno de cada seis estadounidenses no tienen la certeza de dónde surgirá su siguiente comida, y más de 800 millones de personas en todo el mundo pasan hambre.

En el Sur en desarrollo, las plagas, las enfermedades y la falta de infraestructura para almacenar y transportar las cosechas impiden que los alimentos lleguen a los mercados o a las mesas de los más necesitados. En el mundo industrializado, los minoristas y los consumidores desperdician una cantidad similar al tirar comida a la basura.

Pero el desperdicio de los alimentos no solo es un dilema moral. También está el problema ambiental. La comida desperdiciada es responsable de 5 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en Estados Unidos y de 25 por ciento del consumo de agua en ese país, añadió la activista.

«Recientemente supimos de trabajadores de la ayuda que llegó (a la ciudad) de Madaya en Siria que nos dijeron que la población allí está flaca y frágil por la severidad del hambre. Una familia entregó su coche a cambio de tres kilos de arroz», manifestó Ban en Davos.

Trágicamente, esta desesperación se refleja en otras crisis en todo el mundo, continuó.

«Tenemos la responsabilidad de responder al clamor de la gente por el derecho a los alimentos», exhortó.

Nierenberg indicó que la buena noticia es que las soluciones para reducir las pérdidas y el derroche de alimentos pueden ser sorprendentemente sencillas, baratas y beneficiosas para las empresas.

Además, pueden disminuir simultáneamente el hambre, la pobreza y la huella de carbono que deja la agricultura. El liderazgo juvenil, las soluciones creativas al desperdicio de alimentos y el desarrollo empresarial surgen como formas eficaces para combatir el desperdicio y la pérdida de alimentos, observó.

«Creo que algunas de las innovaciones más interesantes proceden de organizaciones como Feedback, que ayudó a organizar el almuerzo en la ONU el año pasado, y que se aseguran de que responsables políticos, agricultores, los consumidores y las comunidades de financistas y donantes se percaten de que tienen un papel en la prevención de la pérdida y el desperdicio de alimentos», subrayó Nierenberg.

Y existen tantas oportunidades de negocios interesantes para la refrigeración y el almacenamiento a pequeña escala, la redistribución de los alimentos que de otra manera se habrían desperdiciado, y para otras empresas que pueden ayudar a los agricultores y consumidores a evitar el problema, añadió.

«Creo que este también es un problema que necesita una gran cantidad de intercambio de información Norte-Sur y Sur-Norte, y que es una oportunidad para que agricultores y empresas de todo el mundo aprendan unos de otros», opinó Nierenberg.

Aunque los agricultores de los países en desarrollo tienen una experiencia distinta en materia del almacenamiento y la refrigeración que sus pares del mundo industrializado, ambos deben lidiar con estándares estéticos poco realistas que a menudo les obligan a desechar productos que se ven imperfectos pero son absolutamente comestibles y nutritivos.

Los productos agrícolas «feos» son una de las mayores oportunidades para los agricultores, pequeños y grandes por igual, ya que pueden utilizar estas verduras y frutas para hacer productos de valor añadido y aumentar los ingresos y la nutrición, comentó la activista.

Fuente: Reforma

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