Humberto Muñoz Grandé
Coordinador del Doctorado de la Facultad de Responsabilidad Social
Universidad Anáhuac México
La responsabilidad social tiene su origen en la empresa. En 1953, Howard Bowen, decano de la Facultad de Comercio de la Universidad de Illinois, acuñó el término en su multicitado libro Social Responsibilities of the Businessman en el cual define a la responsabilidad social como “las obligaciones de los empresarios de seguir políticas, tomar decisiones o definir líneas de acción que sean deseables en función de los objetivos y valores de la sociedad”.
Su estudio inauguró una línea de investigación en la Academia y una forma distinta de hacer negocios. En el primer caso, se han escrito miles de artículos académicos que han dado estructura a un corpus científico que se debate seriamente en diversas universidades del mundo, principalmente de negocios; también ha detonado el surgimiento de una disciplina en responsabilidad social que hoy forma cuadros de profesionales a nivel licenciatura, maestría, doctorado, diplomados y especialidad.
En el segundo caso, han sido los empresarios quienes la han puesto en práctica mediante la reinvención de sus modelos de negocios basados en tres ejes, la libertad de hacer más, la inclusión de los grupos de interés en las decisiones de la empresa, y la prevención/resarcimiento de los efectos sociales, ambientales y económicos negativos derivados de la operación de sus negocios.
Cuatro formas de ser socialmente responsables
¿Por qué las empresas se vuelven socialmente responsables? ¿Cuáles son las motivaciones de los empresarios? En 2007, Domènec Melé, profesor de la Universidad de Navarra y uno de los científicos más respetados en RSE, publicó su artículo Responsabilidad social de la empresa: una revisión crítica a las principales teorías, en este definió cuatro maneras en las que las empresas interpretan e implementan la RS:
1. Actuación Social o Reputacional
Empresas que piden “licencia para operar”, recogen las expectativas y demandas sociales de los grupos de interés con quienes y en donde operan. Su motivación está dada más por la opinión pública o la reputación que, por la decisión o preferencias de los ejecutivos de la empresa, es decir, la conciencia moral del directivo está limitada. Las prácticas de RS son vistas como una inversión para crear reputación y esa inversión debe tener un límite de costes razonable que no comprometa la gestión de la empresa. Más que actuar bien, lo importante es evitar riesgos, procurar buena reputación y hacer “lo políticamente correcto”. En esta corriente la empresa es un ente económico limitado por la opinión pública.
2. Valor para el Accionista o Utilitaria
Una perspectiva transaccional en la que las partes involucradas obtienen beneficios mutuos. El reto de la RSE se encuentra en cómo convertir un problema social en una oportunidad de negocio, apuntaría Peter F. Drucker, por lo que el cálculo de costo – beneficio es el criterio más importante. De esta manera una práctica socialmente responsable debe ser entendida como una inversión corporativa real y no un acto de generosidad individual. A riesgo de simplificar la postura de esta tradición, la ética es internalizada sólo si genera algún rendimiento privado “Ethics pays”, algunos diran que entonces no hay ética, pero esa es otra discusión.
3. Grupos de interés
La empresa y sus directivos asumen responsabilidades hacia todos los grupos de la empresa y no solamente hacia los accionistas, es decir hacia los empleados, proveedores, clientes, consumidores y la comunidad en donde operan. La prevención, la reparación, la cooperación, esto es la interdependencia entre grupos, es la motivación principal. ¿Cómo y en qué medida habrán de incluirse los intereses de los grupos en las decisiones de la empresa?, ¿Hasta qué punto la inclusión de los intereses de los demás grupos compromete la rentabilidad económica de la empresa?, ¿En qué medida la inclusión de los intereses de los diversos grupos aporta valor a la empresa? Estas son preguntas que la empresa debe enfrentar.
4. Ciudadanía Empresarial o Buen Vecino
Así como hay buenos ciudadanos que se preocupan y ayudan a resolver problemas o atender necesidades sociales, las empresas, que naturalmente tienen mayores recursos, estarían también moralmente obligadas a ser buenos vecinos que cumplen obligaciones más allá del pago de impuestos. La contribución a la sociedad mediante actividades vinculadas a su giro de negocio, las prácticas filantrópicas y la inversión social son prácticas recurrentes en esta manera de ser socialmente responsable. Es una perspectiva de RSE “hacia afuera”. En la India existe la ley de responsabilidad social y está inspirada en esta lógica de Buen Vecino.
Agrego a estas tradiciones identificadas por Melé, una más, la corriente de Sistemas de Gestión. Esta escuela de pensamiento responde a la pregunta sobre los cómo, la implementación, el reporte de la RSE. Es aquí donde han proliferado propuestas de organismos internacionales y otros autores preocupados por la gestión de problemas sociales y de los stakeholders. Se trata de gestionar la RSE desde la lógica de principio – proceso – política; de la cual han surgido iniciativas como la ISO 2600, Account Abilitty 1000, ISO 14001 de gestión ambiental, el Global Reporting Initiative y el Pacto Mundial, por citar algunos.
Todas las corrientes aquí presentadas tienen sus cualidades y matices, para alguien una será mejor que otra, pero habrá quien considere que una es más fácil de entender e implementar que la otra, alguna opinión pragmática concluirá que a final de cuentas todas aportan un poco a la sociedad, y seguramente alguien más pasará cada tradición por el filtro de la ética y tendrá justificadas suspicacias.