Como las abejas, las luciérnagas han empezado a desaparecer. Si bien se desconoce la causa principal de esta gradual extinción, existen algunos factores que están poniendo en riesgo a esta especie y a su hábitat. De hecho, de acuerdo con firefly.org, entre las principales causas de su desaparición, se encuentran:
La pérdida de hábitat, el uso excesivo de químicos –en ecosistemas acuáticos–, y la contaminación de luz.
La mayoría de las luciérnagas prosperan en zonas como madera podrida y residuos de los bosques en los márgenes de los estanques y arroyos, pues realmente un medio ambiente más cálido, húmedo y cerca de zonas acuáticas –como estanques, arroyos y ríos, o incluso depresiones poco profundas que retienen el agua más largo que el terreno circundante–. Sin embargo, con la expansión de la población humana en medidas más industriales, las luciérnagas han ido perdiendo sus hogares a lo largo del tiempo; esto quiere decir que conforme nosotros, humanos, continuemos interrumpiendo el espacio de la naturaleza, convirtiendo prados en pavimentos, se reducirá cada vez más la población de las luciérnagas.
Tanto las hembras como los machos, usan sus luces para comunicarse el uno con el otro, ya sea para aparearse o mantenerse alejados de intrusos en sus territorios; e inclusive, los destellos de sus luces pueden estar coordinados para comunicar ciertos mensajes entre sus grupos. No obstante, las luces artificiales –de la calle, los hogares e inclusive de los automóviles– han provocado que este tipo de comunicación entre las luciérnagas se haga cada vez más difícil, y esto a su vez reduce la posibilidad de aparearse y continuar con la especie.
Frente a esta alarmante situación, cada vez hay más sitios que están convirtiendo los santuarios de luciérnagas como centros o parques urbanos que permitan reestablecer la colonia de los insectos. La mayoría de ellos, empresarios que pretenden convertir a estos sitios en centros de atracciones y así revivir la población de los insectos bioluminiscentes. Según Josh Lew, para MNN, uno de estos parques es el Wuhan en la provincia china de Hubei, o inclusive el Santuario de luciérnagas en Nanacamilpa de Mariano Arista –Tlaxcala, México–.
Fuente: Ecoosfera