Ser un emprendedor, según afirma el ejecutivo John Doerr, significa «hacer más de lo que los demás creen posible con menos recursos de los que los demás creen posible.» Aquellos que son exitosos, sin importar cuál sea su giro, tienen en ciertas cosas en común, como el interés por darle una buena experiencia al cliente y la devoción para crear una marca que genere confianza.
Lo que en verdad divide a los emprendedores, dice Doerr en un artículo de William C. Taylor para Harvard Business Review, lo que define si en verdad tienen un gran impacto, es si son «misioneros» o «mercenarios». Para él los segundos son oportunistas, preocupados por cerrar el trato y hacer dinero, por lo que se centran en los documentos financieros. Por otro lado, los misioneros son estratégicos, entienden que la innovación puede domar mucho tiempo y su ambición es generar significado no ganancias, por lo que se preocupan más por su declaración de valores.
De la misma forma, los mercenarios tienen una actitud de «aristocracia de los fundadores» (es decir, que solo lo que el emprendedor y su grupo cercano opinan es considerado), mientras que los misioneros están abiertos a la contribución y aceptan todas las buenas ideas. Finalmente, los mercenarios solo quieren lograr el éxito, pero los misioneros también aspiran a generar significado.
Aunque ni Doerr ni Taylor hablan explícitamente de responsabilidad social, es claro que un emprendedor misionero, que se enfoca en sus valores, también creará una empresa responsable.
De hecho, el ejemplo que da el autor es DPR Construction, empresa especializada en proyectos complejos y sustentables. Taylor destaca que ha logrado ser una fuerza progresiva en una industria que suele ser aversa al cambio, y lo hizo gracias a que sus fundadores fueron explícitos al afirmar que la meta es no solo él éxito sino crear significado. Incluso definieron una «ideología nuclear» (core ideology), la cual establece: «existimos para construir grandes cosas. Debemos ser diferentes y más progresivos que otras empresas de construcción; nosotros representamos algo más.»
¿Eres misionero o mercenario?
Para saber si estás actuando como misionero o como mercenario en tu emprendimiento, Taylor propone hacerte estas tres preguntas:
1. ¿Tienes una definición de «éxito» que permita que tomes partido por algo especial e inspire a otros a levantarse contigo?
2. ¿Cuentas con una proposición de valores que explique en qué crees, adicional a la proposición de valores que define lo que vendes?
3. ¿Tus comportamientos y los de tus colegas crean algo memorable y significativo?
Si tu proyecto todavía no cuenta con estos elementos, no es demasiado tarde para incluirlos y convertirte en un emprendedor con un propósito más allá de los negocios.
