El sol se oculta y tú sigues en la oficina. Ya perdiste la cuenta de las tazas de café que has tomado desde la mañana. Tu lista de pendientes parece interminable. Es otro de esos días. Es muy probable que la mayoría de los mexicanos haya vivido esta situación más de una vez. Según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el empleado mexicano promedio trabaja 44 horas a la semana en su trabajo principal. Aunque esta cifra ha dismunuido año con año desde el 2000, aún se trabajan ocho horas más que el promedio de todos los países miembros.
Por otro lado, México es el país con el salario mínimo más bajo, aproximadamente un dólar la hora. Nuestras largas jornadas laborales tampoco se reflejan en nuestra productividad, que está casi 50 puntos por debajo de las de Estados Unidos y Alemania, los países con los niveles más altos de la OCDE. Consultamos a tres expertos en cultura laboral para detectar los principales factores que explican por qué los mexicanos pasamos muchas horas en la oficina y obtenemos pocos beneficios de ello.
La falta de información
El desarrollo económico e industrial de México ha ido de la mano con la explotación tanto de recursos como de trabajadores, explica a Verne Norma Godínez, directora de Recursos Humanos de Kelly Services México, consultora internacional de capital humano. “Históricamente el trabajador mexicano siempre ha seguido órdenes de hacendados o extranjeros que vinieron al país a explotarlo y por ende también al trabajador”, comenta vía telefónica. A la fecha, agrega Godínez, existe la falsa creencia de que entre más horas trabajan los empleados, más exitosa será la empresa.
Varios estudios han demostrado que aumentar las horas laborales no aumenta la productividad. Uno de ellos, de la Universidad Stanford, encontró que los empleados que trabajan más de 40 horas a la semana son incluso menos productivos que los que trabajan un promedio de 40 horas a la semana. Los autores del estudio explican que la fatiga y el estrés que provoca trabajar horas extra propicia que el empleado cometa errores que se deberán corregir aún con más horas de trabajo.
Posible solución: Los dueños y directivos de las empresas deben leer estos estudios, dice a Verne Miguel S. Reyes, economista de la Universidad Iberoamericana de Puebla. “En general el empresariado en México se forja sobre la marcha y tiene la creencia de que estudiar no es necesario para hacer dinero”, comenta vía telefónica.
Los empleados también deben conocer los derechos que ofrece la Ley Federal del Trabajo y la Constitución. En ellas, se establece que la jornada laboral debe durar máximo ocho horas y los trabajadores tienen derecho a por lo menos un día de descanso a la semana. “Estos derechos se incumplen porque la mayoría desconoce sus derechos o pertenece a sindicatos que en vez de defenderlos los obligan a aceptar condiciones precarias de trabajo”, apunta Reyes.
La Informalidad
Casi el 60% de los trabajadores en México laboran en el mercado informal, según un reporte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Esto quiere decir que ese sector de la población (aproximadamente 30 millones) tiene trabajos que no están registrados ante Hacienda, que nos están regidos por contratos legales o por los que no obtiene beneficios básicos como la seguridad social. En consecuencia, estos empleos tampoco tienen horarios laborales establecidos, dice Reyes, de la Ibero Puebla. “Al no haber contratos, la gente piensa que el patrón puede establecer las reglas sin límite alguno”, agrega.
Puesto de gafas en la Ciudad de México
Esto tiene una consecuencia en el mercado formal, comenta el académico. “La situación en los mercados informales, que no cumplen reglas, ni obligaciones laborales, presiona al mercado laboral en general, haciendo competir a los trabajadores entre sí bajo reglas en detrimento de ellos: aceptando trabajos y condiciones de menor calidad”. Por la naturaleza del sector informal, no es posible contabilizar el número de horas que laboran sus trabajadores. La OCDE solo puede analizar la información proveniente del sector formal.
Posible solución: Según el reporte de OIT, es necesario abordar el problema en dos canales: la creación de más empleos y de incentivos para que las empresas informales se formalicen. Este último objetivo, explica el reporte, debe incluir apoyos crediticios y fiscales, así como un método fácil y comprensible para que la empresa suscriba a sus empleados al sistema del seguro social (IMSS).
Los bajos salarios
El salario promedio en México es de 7.365 pesos al mes, menos de la mitad del promedio de la OCDE (16.000 pesos), que además es la cifra recomendable para un salario básico en el país, según datos del Observatorio de Salarios de la Ibero Puebla. Según datos del Consejo de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), aproximadamente el 40% de la población trabajadora en México no podía costear la canasta básica alimenticia, de 1.330 pesos mensuales para zonas urbanas y 948 pesos para zonas rurales.
Esto hace que la gente trabaje más para poder costear su nivel de vida. “Hay una gran necesidad de más empleos con condiciones básicas: de tiempo completo y de cinco horas a la semana”, dice a Verne Luis Foncerrada, director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), vía telefónica. “Existen cuatro millones de personas subempleadas, es decir, con empleos de un día a la semana o de un par de horas al día que están en una constante búsqueda de más oportunidades de trabajo”.
Una mujer busca comida en la Central de Abastos en la Ciudad de México. Saúl Ruiz
Por otro lado, la gente que recibe un salario suficiente, pero limitado y sin posibilidades de un aumento en el futuro, se siente desmotivada, comenta Reyes. “Estos empleados buscarán la manera de evadir sus obligaciones, de perder el tiempo con sus compañeros, como cuando alargan las horas de comida”, comenta el economista. “El resultado es una jornada laboral que requiere muchas más horas para terminar proyectos o actividades”.
Posible solución: La más obvia es aumentar salarios. Según un estudio de Harvard Business School, los aumentos salariales incrementan la motivación y por lo tanto la productividad. Sin embargo, Godínez, de Kelly Services, asegura que los empleados mexicanos más jóvenes buscan otro tipo de incentivos. “Los millennials suelen darle prioridad al desarrollo personal que al financiero, prefieren un trabajo que saben que van a disfrutar a uno muy bien pagado”, comenta. “Ellos también han entendido el valor del tiempo libre para otras actividades y buscan trabajos con horarios que les permitan hacer otras cosas”.
Nuestra forma de relacionarnos
En su libro, Psicología del mexicano en el trabajo, los psicólogos Mauro Rodríguez y Patricia Ramírez explican que una de las ventajas de emplear a un mexicano es su facilidad para relacionarse con otros y el alto valor que le da a las amistades. Eso puede propiciar el trabajo en equipo y la lealtad a la empresa. Pero esto también puede ser una desventaja, dice Godínez. “Tenemos una costumbre muy latina de agradar a la gente, de ser cálidos, el problema es que a veces lo llevamos al extremo y preferimos no hacer exigencias o no obligar a los demás a hacer su trabajo bien y a tiempo por temor a crear antagonismo o herir susceptibilidades”, opina la consultora.
Esto está ligado a una falta de meritocracia en el ámbito laboral, asegura Foncerrada, del CEESP. “En México, por desgracia, persiste la cultura del compadrazgo, de las palancas, de ganar mucho sin trabajar, gracias a tus relaciones y abusando de una población menos privilegiada. Esto es también un generador de corrupción y en consecuencia un obstáculo para la mejora social y laboral”, comenta.
Posible solución: El aumento de empresas globales en el país, dice Godínez, de Kelly. “Algunas percepciones sobre las jornadas de trabajo y la productividad se están transformando gracias a la llegada de empresas con otras culturas laborales”, agrega. “Sin embargo, esta transculturización debe hacerse de forma gradual y en el largo plazo porque no puedes ir completamente en contra de una cultura”.
El método Slim
En varias ocasiones, la última en octubre de 2015, el empresario Carlos Slim propuso durante una conferencia implementar horarios laborales de 3 días a la semana que no superaran las 33 horas. Esto con el propósito, aseguró, de aumentar la productividad. Los representantes de sus empresas América Móvil y Grupo Carso declinaron proporcionar información sobre la implementación de este sistema entre su personal. Una de ellos, sin embargo, explicó que algunos empleados en Telmex (parte de América Móvil) laboran bajo jornadas de entre 30 y 40 horas a la semana.
Este sistema podría funcionar, opina Luis Foncerrada, del CEESP. “Podría tener un efecto positivo en la productividad ya que el empleado se sentiría más motivado a trabajar si sabe que tendrá cuatro días para disfrutar con su familia y haciendo otras actividades”, comenta. “Podría ser una buena opción, siempre y cuando los salarios y los beneficios fueran los mismos que una jornada común de tiempo completo y no se convirtieran en empleos temporales o de medio tiempo”.
Un estudio de la Universidad de Melbourne apoya la propuesta del magnate mexicano. Sus autores concluyeron que las personas que laboran en promedio 25 horas a la semana presentan un mayor aprovechamiento de su capacidad cognitiva. Esta capacidad disminuye cuando trabaja más de 25 horas semanales.
Fuente: Verne