Luego de varios meses de acaparar los titulares de diferentes medios de comunicación internacionales gracias a sus polémicos comentarios y su conducta un tanto perturbadora, Donald Trump triunfó en las elecciones presidenciales estadounidenses el pasado mes de noviembre. Ahora, para sorpresa de muchos, también ha sido elegido como hombre del año por la revista Time; ¿cómo es eso posible?
Para despejar cualquier tipo de duda dejemos claro que el título de la persona del año es otorgado cada año a un hombre o mujer cuyas actividades generaron una mayor influencia en los medios de comunicación para bien o para mal durante el mismo periodo.
Claro que es persona no podía ser otra que Donald Trump, quien aparece en la portada de la edición más reciente de esta publicación mirando a la cámara de forma retadora justo a lado de un titular en el que se lee: «Donald Trump, presidente de los Estados Divididos de América». Nada más acertado.
Dentro de poco más de un mes, el 20 de enero de 2017, el magnate asumirá de manera oficial la presidencia de uno de los países más poderosos del mundo. En el aire ya se respira incertidumbre. Políticos y empresarios dentro y fuera de Estados Unidos se encuentran alerta sobre los posibles cambios políticos, económicos y sociales en los próximos años; y para el resto de la población no es diferente.
«Es difícil medir el impacto de su irrupción», escribió la revista Time en su reciente anuncio y destacó que, para mejorar o empeorar, Trump está a punto de asumir la presidencia de un país en el que sus seguidores lo consideran el símbolo del fin de una clase política arrogante y un cambio histórico profundo, mientras para sus detractores inspira miedo y una política envenenada por el racismo, el sexismo y el nativismo. Los Estados Divididos de América; la nación cuyo futuro presidente puso a los medios de comunicación internacionales de cabeza.
El nombramiento de Trump como el hombre del año se convierte entonces en una oportunidad para reflexionar acerca de la ética de la cobertura periodística y los hábitos de consumo de medios que llevan a las audiencias a centrar todos los reflectores en el comportamiento negativo de un candidato que vivió y triunfó gracias a un desmedido nivel de atención; de un hombre que en repetidas ocasiones se ha mostrado intolerante, agresivo, radical y completamente incapaz de aceptar sus equivocaciones. Porque no importa cuantas veces Donald Trump haya arremetido contra los latinos, los inmigrantes o las mujeres; todas fueron cubiertas por los medios de comunicación, todas llegaron a replicarse a través de las redes sociales, todas fueron objeto de polémica igual que la primera. La atención del mundo estaba puesta en la desaprobación y mientras eso sucedía, la imagen de Donald Trump se extendía más y más cada día, con ella la negatividad.
Apenas podemos captar lo que nuestra generación ha forjado tomando un dispositivo en sus manos todo el tiempo. Si estás leyendo esto ya sea en papel o en una pantalla, hay una gran probabilidad de que estés atrapado en una revolución que puede haber comenzado con aparatos atractivos, pero ahora ha reconfigurado todo acerca de la forma en que vivimos, amamos, trabajamos, jugamos, compramos, compartimos -cómo nuestros propios corazones y mentes interactúan con el mundo que nos rodea- ¿Por qué imaginamos que nuestras conversaciones simplemente seguirán como antes, las mismas personas, las mismas promesas, los mismos patrones? Tal vez el presidente electo deje de twitear, pero será sólo porque habrá encontrado algún otro medio para contar la historia que quiere contar directamente a la audiencia que quiere escucharla. – Time
El hecho de que Donald Trump se convirtiera en presidente electo de Estados Unidos quizá habla de la importancia de corregir un sistema democrático que permitió a una persona llegar al poder pese a haber perdido el voto popular y tener, al momento de su victoria, la desaprobación de seis de cada diez votantes. Pero su nombramiento como persona del año es un llamado a la reflexión sobre dónde se ha centrado la atención de los medios de comunicación, las audiencias y los usuarios de las redes sociales.
Así que hoy es un buen día para dejar atrás la negatividad, el 2017 será el año en que Trump asuma la presidencia y al igual que todos los líderes recién elegidos el tiene la oportunidad de cumplir promesas y desafiar expectativas. Es momento de centrar nuestra atención en las oportunidades y en saber que el destino del mundo no depende de las acciones de una persona sino de un colectivo que necesita hacerse día a día más consciente de su propia realidad y de la forma en que interactúa con su entorno.
Hoy es un buen día para que las empresas motiven a sus colaboradores a pensar positivo, a no perder la objetividad y comprometerse con los valores institucionales. Al mismo tiempo, necesitan brindarles un sentido de identidad garantizando que dichos valores no se verán comprometidos con la llegada de Trump al poder. Es difícil, pero vale la pena; después de todo, el ciclo de una presidencia estadounidense dura cuatro años y toda organización espera vivir más que eso.