Por una obra artesanal, respetuosa con el medio ambiente y de gran profundidad filosófica en la que conviven de forma armoniosa tradición y modernidad, el arquitecto chino Wang Shu fue galardonado ayer con el premio Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura.
El presidente de la Fundación Hyatt, promotora del premio a lo largo de 34 ediciones, Thomas J. Pritzker, informó del fallo del jurado, presidido por Lord Palumbo y del que forman parte el chileno Alejandro Aravena y la británico-iraquí Zaha Hadid, entre otros.
“El hecho de que se haya elegido a un arquitecto chino supone un importante paso en el reconocimiento del papel que va a jugar China en el desarrollo de los ideales arquitectónicos. Además, el éxito del urbanismo chino en las próximas décadas será importante no ya para China sino para el mundo entero”, señaló Pritzker.
“Este urbanismo, como el del resto del mundo, requiere estar en armonía con la cultura y las necesidades locales” y, en el caso de China, debe compatibilizar “sus tradiciones y su pasado con las exigencias de un desarrollo sostenible”, añadió.
Wang, que nació el 4 de noviembre de 1963 en Urumqi, región autónoma de Xinjiang, sólo ha trabajado en China y ha desarrollado la mayor parte de su obra en Hangzhou, a 170 kilómetros al suroeste de Shangai, donde dirige desde 1997 con su esposa, Lu Wenyu, el Estudio de Arquitectura Amateur.
Sobre el premio, Wang Shu dijo: “Ha sido una enorme sorpresa. Me siento tremendamente honrado de recibir el Premio Pritzker. Me ha hecho darme cuenta de la cantidad de cosas que he hecho en la última década. Y es una prueba de que el trabajo duro y la perseverancia conducen a resultados positivos”.
Los jurados opinan
Los miembros del jurado consideran que el arquitecto ha sabido traspasar el dilema entre la tradición y la modernidad para construir una obra “atemporal, profundamente arraigada en su contexto y pese a ello universal”, según el chileno Alejandro Aravena.
Tras ver “en profundidad” el trabajo de Shu en China, el jurado subraya que el galardonado ejemplifica “la capacidad de la arquitectura actual de arraigarse en un suelo cultural local e incorporar profundos ecos de una tradición específica”, declaró Juhani Pallasmaa.
“Demuestra que la arquitectura en China es más que una producción en masa impulsada por un mercado banal y la reproducción de lo exótico”, consideró el jurado Yung Ho Chang.
Para Glenn Murcutt, Shu ha aportado modernidad, racionalidad, poesía y madurez que enriquecen la historia, cultura y arquitectura del país. “Su uso transformativo de materiales y motivos antiguos es altamente original y estimulante”, destacó Zaha Hadid.
El presidente del jurado, Lord Palumbo, dijo que no hay duda de estar ante una obra maestra.
El arquitecto
Wang Shu es el segundo chino en obtener el Pritzker, tras I.M. Pei en 1983, autor de obras como la pirámide del Louvre.
Tres de las obras principales de Wang Shu son la Biblioteca del Colegio Wenzheng en la Universidad de Suzhou, el Museo de Historia de la ciudad portuaria de Ningbo y el Campus Xiangshan de Bellas Artes de Hangzhou, así como el pabellón de Tengtou-Ningbo en la Exposición Universal de Shangai.
Prueba de su amor por el medio ambiente y la economía de materiales es que usó dos millones de tejas de demoliciones de casas tradicionales para los techos de edificios del campus de Hangzhou.
“Hace 100 años, el ritmo de vida chino era más lento que en la cultura occidental. En 100 años, nos hemos convertido en los más rápidos. No tenemos tiempo para reflexionar”, decía Shu en una conferencia en enero.
Fuente: ElUniversal.com.mx
Publicada: 28 de febrero de 2012.