La banca ética es la oportunidad de las finanzas de generar impactos positivos en la sociedad. Sus servicios pueden ser no sólo un negocio sino ofrecer respeto a los derechos laborales y fundamentales, transparencia en las inversiones y beneficios sociales y medioambientales.
“La caída de Wall Street es para el fundamentalismo de mercado lo que la caída del Muro de Berlín fue para el comunismo. Nos estamos ahogando. Si miramos la desigualdad, la más grande desde la Gran Depresión, tenemos un problema muy importante en el mundo”. Son reflexiones de Joseph Stigilitz, profesor en Columbia y premio Nobel de Economía en 2001.
Quien así habla ha sido durante muchos años economista jefe en el Fondo Monetario Internacional (FMI), por lo que las críticas a la deriva que habían tomado el sistema financiero internacional todavía están más legitimadas, conoce por dentro el sistema.
El origen de la “crisis de todas las crisis”, está en la codicia desmesurada de los bancos ofreciendo hipotecas a familias sabiendo que era imposible poder hacer frente a los pagos, las llamadas subprime. En el contexto actual de la globalización, las Instituciones Financieras, incluidos los organismos internacionales financieros, (FMI, BM, Bancos de Desarrollo), juegan un papel clave en la canalización de los flujos financieros presionando para hacer políticas internacionales que en demasiadas ocasiones escapa del escrutinio ciudadano, y dañan al entorno natural y a la equidad social.
No aceptan la responsabilidad por el daño medioambiental y social causado por sus transacciones. Como empresas, se centran en maximizar el valor de las acciones, mientras que como financieras buscan maximizar su ganancia.
Como actores principales en la economía global, los bancos, los organismos internacionales tendrían que aceptar un compromiso con la sostenibilidad que refleje mejores prácticas. Al mismo tiempo, reconocer que sólo las medidas voluntarias que es en lo que se queda la mayor parte de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), en la actualidad, no son suficientes y que tienen que apoyar aquellas regulaciones que permitirán al sector de avanzar de forma sostenible.
La pregunta que surge es, ¿hay otras formas de actuar en banca, en finanzas, que generen impactos positivos en la sociedad con sus inversiones? Sí, y aunque pudiera parecer un oxímoron es la banca ética.
Hay servicios y productos bancarios que no sólo obtienen un rendimiento económico, ya que son un negocio, sino que ofrecen transparencia en las inversiones y beneficios sociales, medioambientales, de respeto a derechos laborales y fundamentales.
Los orígenes de las Finanzas Éticas se sitúan en el centro y el norte de Europa y Estados Unidos, allá por lo 60 y 70, ligados a colectivos ecologistas y pacifistas. En Estados Unidos nacen dos fundaciones, Fundación Foursquare y Fundación Pax World, que establecen los criterios positivos de inversión.
En la misma década de los 60 se funda la entidad bancaria ASN Bank en Holanda, con el objetivo de trabajar por el ahorro socialmente responsable, y en 1974 se crea el banco GLS Gemeinschaftsbank con los mismos objetivos.
En esta época de la Banca Popolare Etica italiana, una de las más importantes en el ámbito europeo todavía hoy. En 1976 nace en Bangladesh, Grameen Bank, conocido por todos como uno de los primeros bancos en ofrecer microcréditos y liderado por el premio Nobel Muhammad Yunus.
En los 80 aparecen entidades bancarias como Triodos Bank, que actualmente opera en España, además de los primeros fondos de Inversión Socialmente Responsable.
En la década de los 90, la Banca Ética alcanza parte de su madurez al crearse el Servicio de Investigación sobre Inversiones Éticas-(EIRIS) y el Forum Europeo de Inversiones Sostenibles y Sustentables, ligados ambos a fondos de inversión para aportar seguimiento y transparencia a este tipo de finanzas.
Frente a los gurús neoliberales que ven en el contexto mundial una oportunidad para demandar más de lo mismo, como la privatización de la seguridad social, la reducción de los impuestos a las corporaciones y el corte de los gastos sociales en favor de los empobrecidos surgen voces con la de Naomí Klein, periodista canadiense que se alza cómo voz del altermundialismo con su libro sobre las multinacionales No logo.
La también economista política aboga por alternativas reales y sostenibles para hacer un mundo menos desequilibrado. Frente a los bancos tradicionales que operan con un único objetivo, el economicista, encontramos la Banca Ética cuyo objetivo es el uso más justo y responsable del dinero, qué ponga en valor iniciativas de personas con conciencia social y personas con proyectos valiosos para nuestro entorno, que normalmente no encuentran financiación en ninguna otra parte.