Los países industrializados no deberán ser los únicos que financien las políticas climáticas del sur y deberán obtener la ayuda de otros países, insistieron ayer los negociadores en jefe de la Unión Europea y Estados Unidos.
El financiamiento de la lucha contra el cambio climático es uno de los puntos críticos que deben ser resueltos de aquí al viernes, cuando termina la cumbre de la COP21 en París, en la que se negocia un acuerdo mundial contra el cambio climático.
“En el tema financiación, aún estamos negociando”, dijo el comisario europeo Miguel Arias Cañete. “Hemos sido el mayor contribuyente del financiamiento climático, y estamos decididos a aumentar ese nivel de apoyo”, aseguró.
Pero “el mundo ha cambiado desde que la Convención (de la ONU de 1992 sobre el clima) dividió el mundo en dos partes”: los países desarrollados y en desarrollo, explicó.
Los primeros, según la Convención, deben apoyar financieramente las políticas climáticas de los segundos.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advirtió del riesgo de que se produzca una “catástrofe climática” si no se llega a un acuerdo en la cumbre COP21, que entra en su segunda semana con aspectos centrales todavía sin resolver.
“El mundo espera de ustedes algo más que medidas a medias y acercamientos graduales”, advirtió Ban a los ministros, que asumieron la negociación de un acuerdo global en París. “Nos amenaza una catástrofe climática”.
El presidente francés François Hollande recibió un manifiesto elaborado por 72 ganadores del Premio Nobel a favor de la protección del clima, liderados por el reconocido climatólogo Hans Joachim Schellnhuber.
Sin castigos
En este punto de las negociaciones parece claro que aunque el acuerdo global sobre clima que se intenta cerrar en las inmediaciones de París sea legalmente vinculante, no incluirá medidas que penalicen su incumplimiento, como sanciones al comercio o embargos a los países rezagados.
La única sanción por quedarse corto en los esfuerzos para combatir el calentamiento global sería el aguijón de la vergüenza.
Y eso no es necesariamente algo negativo, dicen analistas. En diplomacia internacional, la presión social y el riesgo de perder el honor pueden ser fuertes motivaciones para que un país mantenga una promesa, especialmente en un asunto de alto perfil como el cambio climático.
Fuente: Excélsior