Prada es una firma italiana fundada hace poco más de un siglo; la firma dio un giro radical con la llegada a la gerencia de Miuccia Prada, nieta del fundador, en 1978. Desde entonces su ascenso en el mundo de la moda y el lujo ha sido meteórico.
La película «El diablo viste a la moda» («The Devil Wears Prada») de 2006, protagonizada por Meryl Streep y Anne Hathaway, le otorgó mas prestigio y le dio popularidad masiva.
Aún con todo este glamour la firma no está exenta de polémica, más aún con su reciente comercial para la temporada otoño-invierno; un spot dirigido por el fotógrafo neoyorkino Steve Meisel, consentido de la revista Vogue. (Ojo con el dato y con el escándalo de esta revista por usar niñas en un ensayo fotográfico).
Las imágenes del comercial son seductoras y artísticas… El problema es que las protagonistas son menores de edad. Ondria Hardin tiene 13 años, Kelly Mittendorf, 17 años y Frida Gustavsson, 18… quien sería la única que, al menos en nuestro país, sería un adulto legal para hacer un trabajo así.
Como vemos, el toque seductor cambia completamente de connotación cuando nos enteramos de este dato.
Claro que en el mundo de la moda, todo es estrategia y muchas acciones son realizadas precísamente para escandalizar y ganar reflectores; y aunque la lluvia de críticas no se ha hecho esperar, la pregunta es… En una sociedad como la actual, que ya no sólo habla de marketing, sino de sustentabilidad; que ya no sólo habla de ROI, sino de responsabilidad; en un mundo así, un comercial como éste ¿Beneficia o daña la reputación corporativa de una empresa?