México es un país en donde es común que sus habitantes consigan un trabajo, sin embargo el pago por las actividades que realizan es muy poco comparado con las horas laboradas. Ellos forman parte de los 10.6 millones de personas que sufren precariedad laboral.
Precariedad laboral: 10.6 millones al cierre de 2019
De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) publicada por el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), en el comparativo anual, las personas en esta situación pasaron de 8.1 millones a 10.6 millones al cierre de noviembre del 2019, con esta última cifra cerrará el mercado laboral mexicano este año.
Lo que quiere decir que hoy en día es probable encontrar a personas trabajando 48 horas a la semana y ganando solo 3 mil pesos mensuales; empleados que laboran 35 horas por semana sin llegar a 3 mil pesos al mes; o bien, trabajadores que sus actividades no exceden las 35 horas por semana por razones ajenas a su decisión.
En un año, los trabajadores en condiciones precarias pasaron de 15 a 18.5% de la población ocupada.
Este es un indicador de condiciones inadecuadas de empleo desde el punto de vista del tiempo de trabajo, los ingresos o una combinación insatisfactoria de ambos y resulta particularmente sensible en las áreas rurales del país.
INEGI
El trabajo asalariado ha mostrado recuperación, aunque con una reducción. Según el INEGI, entre noviembre del 2018 hasta noviembre de 2019, se incorporaron 2.2 millones de personas al empleo remunerado.
Sin embargo, si se contrasta este dato con la cifra de precariedad, se pone en evidencia que las oportunidades laborales con un sueldo fijo que se han creado son de mala calidad.
En entrevista para Factor Capital Humano con Mauricio Reynoso, director general de la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos (Amedirh), el problema del mercado laboral mexicano va más allá de la creación de empleo, el desafío está en la calidad del trabajo que se genera.
“En este año hubo generación de empleo, el tema es la calidad del empleo y ese sería el punto importante. Puede haber generación, pero repito, la calidad del empleo es lo que nos debería interesar también, no solo la calidad”.
En esta misma línea, la Tasa de Presión General que mide el porcentaje que representa la población desocupada abierta y los ocupados que buscan empleo con el propósito de cambiarse, tuvo un comportamiento similar al de la precariedad, hubo una disminución de un mes a otro, pero se incrementó en el balance anual al ubicarse en 6.7% de la Población Económicamente Activa (PEA). Al cierre de noviembre habían 466 mil 300 personas más compitiendo por un empleo, tanto trabajadores como quienes se encuentran desempleados.
Según el INEGI, la Tasa de Desocupación se ubicó en 3.5% en el penúltimo mes del año, un aumento de 0.2 puntos respecto de lo reportado para noviembre del 2018. La informalidad laboral, por su parte, se ubicó en 56.1% de la población ocupada, una reducción anual de 1.0 punto.
En tanto, la Tasa de Subocupación pasó de 7.0 a 8.2% de la población ocupada en un año. Esto significa que hay 945 mil personas más que necesitan trabajar más horas para cubrir sus necesidades o con turnos más cortos de lo que pueden cubrir.
“La tasa de subocupación del agregado urbano de 32 ciudades fue de 6.7% en noviembre de 2019, mostrando una caída de -0.1 puntos porcentuales respecto a la del mes inmediato anterior, pero superior en 0.3 frente a la de noviembre del año pasado”, destaca el INEGI.
