Dicen que son los mejores amigos de algunas mujeres. También son un símbolo de compromiso pero lamentablemente, la mayoría de ellos son diamantes de sangre porque están elaborados bajo condiciones bastante deplorables, y el proceso Kimberley quiere acabar con esto.
El proceso Kimberley
Para obtener este tipo de piedras, los responsables de esta industria, someten a sus colaboradores a condiciones de esclavitud y otras malas prácticas que ponen en riesgo su vida.
Tomando esto en cuenta, en Kimberley se decidió desarrollar un proceso para asegurarse que los consumidores dejen de adquirir diamantes bañados en sangre y detener el tráfico de estas piezas.
El Proceso Kimberley se asegura de retirar los diamantes de sangre de la industria.
En este programa, también participan los productores de diamantes; americanos, europeos, del medio y del lejano oriente. De acuerdo con la región, de ahora en adelante los productores de diamantes en bruto deben tener legislación nacional e instituciones para el control de sus exportaciones, importaciones y venta interna.
Además, cada diamante deberá contar con una leyenda que indique que los diamantes fueron obtenidos de fuentes legítimas, no involucradas en el fondeo de conflictos.
La importancia de este programa
Durante décadas los diamantes han sido vendidos bajo el slogan: “A diamond is forever”, escrito por De Beers en 1947. Sin embargo, no existía un programa o regulación que protegiera a las comunidades mineras.
Y fue hasta el 2018 que la industria decidió abordar este conflicto y cubrir con la necesidad de una regulación que garantizara la licitud del origen de las piedras para prevenir o mitigar el daño de su tráfico ilícito.
Los responsables señalan que el objetivo de este sistema es procurar que los «diamantes de la guerra», no puedan servir para financiar los conflictos armados y desacreditar el mercado legal de los diamantes en bruto; un pilar económico, particularmente para ciertos países en vías de desarrollo de África.
“Este sistema de certificación constituirá un arma de primer orden para poner fin a estos conflictos y aportará una contribución a la puesta en marcha del programa de la UE sobre la prevención de los conflictos”.
El Proceso Kimberley señala que es el primer sistema que garantiza al consumidor que los diamantes que adquiere en su joyería no proceden de países o zonas de conflicto bélico, los llamados “diamantes de sangre“.
Bajo este mismo esfuerzo, también se desarrolló otro sistema de garantías establecido por la ONU que determina que los fabricantes, mayoristas, minoristas, joyeros y particulares deberán exigir a su proveedor, la clausula de garantías en su factura.
Esto quiere decir que la garantía debe estar extendida desde la cadena de valor hasta el proceso de adquisición de un consumidor.
“Las sanciones prevén particularmente la prohibición de importar diamantes en bruto procedentes de Liberia y, cuando éstos no estén acompañados por un certificado de origen librado por los gobiernos respectivos, de Angola y de Sierra Leona”, señalan.
También comparten que todas las importaciones de diamantes en bruto no acompañadas por un certificado librado por un país participante en el proceso Kimberley, lo mismo que las exportaciones con destino a no participantes, serán prohibidas.