Por: Erika Barón
Al menos el 85% de los cultivos en México dependen directamente de la polinización, es decir, 1 de cada 3 alimentos que consumimos llegan a nuestro hogar gracias a esta actividad.
Es por esta razón que nace el proyecto “Alas para el Campo”, el cual tiene como objetivo contribuir a la preservación de la mariposa Monarca y otros polinizadores a través de buenas prácticas agrícolas en las comunidades que conforman la ruta migratoria de ésta.
Durante la presentación, voceros de BASF y la Cooperación Alemana al Desarrollo Sustentable (GIZ) destacaron que este proyecto surgió gracias a la importancia que tiene no sólo evitar la extinción de la mariposa Monarca, sino la sostenibilidad de la biodiversidad de toda la región de Norteamérica.
Claus Wünschmann, presidente de BASF para México, aseguró que al proteger, restaurar y promover el cuidado de la mariposa monarca, así como la biodiversidad, también se busca la seguridad alimentaria.
“La sustentabilidad y el cuidado de los recursos naturales son una prioridad para BASF y la GIZ, por tal motivo promueven la agricultura sostenible, lo que significa invertir en el futuro a través de un cambio en el paradigma actual de la producción agrícola, hacia una agricultura regenerativa cuyo objetivo es conservar, restaurar y mejorar los recursos de los ecosistemas”, refirió.
En este sentido, Wünschmann explicó que el proyecto se basa en la restauración y conservación de plantas nativas, cuya función es proveer de hábitat y alimentación a esta especie de mariposa y a otros polinizadores, y busca seguir beneficiando a la agricultura con información sobre la importancia de la polinización.
Lo anterior, a través de capacitaciones sobre agricultura sustentable en las comunidades que conforman la ruta de migración de la Mariposa Monarca, así como el desarrollo de corredores biológicos, la creación de jardines polinizadores en zonas urbanas, entre otros.
Resaltó que el trabajo en equipo es la única forma para un futuro más sustentable, por ello, una de las piezas clave en el desarrollo de Alas para el Campo fue la creación de alianzas y la generación de un diálogo activo entre el sector público y el privado.
Marita Brömmelmeier, directora residente de GIZ, señaló que el proyecto es fundamental para cumplir con los objetivos y metas de la Agenda 2030 y otros tratados internacionales que, además, aportan beneficios a nivel local.
“Es un ejemplo de cómo el marco internacional de dos organizaciones internacionales, BASF y GIZ, se traduce en impactos positivos a nivel local. Y, es que, el desarrollo sostenible se construye entre todos”, reiteró.
Cabe mencionar que el proyecto surgió en abril de 2020, pero debido a la pandemia fue hasta un año después que se presentaron avances gracias a la participación de agricultores locales, la academia y las comunidades en general.
“Éste es un proyecto no podría ser exitoso sin el apoyo de los agricultores mexicanos, a quienes queremos reconocer porque gracias a ellos este proyecto puede ser posible. Por supuesto, también a la academia, a nuestros distribuidores y a las comunidades, todos ellos han sido parte fundamental”, dijo Verónica Hernández, directora de Asuntos Corporativos y de Gobierno de BASF para México, Centroamérica y el Caribe.
Por su parte, Alexandre Latorre, director de Soluciones para la Agricultura de BASF para México, Centroamérica y el Caribe, mencionó que este proyecto también contribuye a generar una visión más sustentable a los agricultores de cada localidad.
“Es importante ayudarlos a producir más de manera rentable; contribuir con ellos para que reduzcan su huella de carbono; desarrollar nuevos modelos de negocio y nuevas oportunidades para impulsar la preservación de la biodiversidad; así como ofrecerles materiales o productos que les ayuden a reforzar su cadena de valor e impulsar una agricultura más sustentable”, añadió.