Por Kenya Giovanini
Aún cuando las empresas son cada vez más conscientes sobre la importancia de tener a sus equipos de trabajo bajo las ordenes de un líder responsable, parece todavía muy común encontrar dentro de las organizaciones al típico jefe tóxico que viene en múltiples presentaciones: el perezoso, el que intimida para gobernar, el que reclama el trabajo, aquel que no reconoce lo hecho por su gente o incluso se adueña y presenta ante los demás del esfuerzo de sus colaboradores como propio.
Jon Maner, profesor de administración y organizaciones en la Escuela de Administración Kellogg, decidió estudiar específicamente a aquél dirigente que disfruta de sabotear intencionadamente la cohesión de los miembros de su equipo con el fin de proteger su propia condición de líder.
Dentro de su investigación, Maner muestra cómo este tipo de cabecillas prefiere presionar, boicotea, reclamar e incluso hacer a un lado a los colaboradores con alto rendimiento, limitando la comunicación y vinculación con la finalidad de que estos no lo opaquen, provocando así una fuga de talentos.
Un jefe sediento de poder es más propenso a comportarse de esta manera y más cuando sabe que se encuentra en una situación inestable y que puede ser sustituido fácilmente por un empleado con mayor capacidad y habilidades de liderazgo. Pero, ¿cómo colaborar con este tipo de jefe y no morir en el intento?
1-. Cuídate de los jefes hambrientos de poder
Maner y Caso Charleen, un estudiante de doctorado en la Escuela Kellogg buscaron responder a las siguientes preguntas: ¿qué líderes y en qué escenarios son más propensos a sabotear la comunicación y la cohesión de sus grupos?, y ¿cuándo son más vulnerables a aislar a un miembro altamente calificado?
Para hallar las respuestas, sometieron a un grupo de estudiantes a un examen verbal donde se planteaban diversas situaciones. Los investigadores encontraron que los participantes buscaban sabotear a sus colaboradores cuando se sentían inestables y cuando un integrante del equipo demostraba mayor capacidad y destacaba por encima de sus compañeros.
La ironía es que en este contexto, los malos jefes no se percatan de que, más que arruinar a un elemento de alto rendimiento, afectan directamente su productividad y sus resultados, por lo que en muchas ocasiones ellos son quienes provocan dicha inestabilidad en su propio puesto.
2-. Evita sus malas actitudes
Convivir con el mal humor de este tipo de líderes se vuelve algo frecuente durante la interacción en la oficina. De hecho el estudio realizado por Maner surgió precisamente de las quejas que giran alrededor de los jefes que abusan de su poder y desquitan sus problemas externos con los colaboradores.
¿Qué tienen que hacer las empresas para evitar este tipo de sabotaje?
Una clave es comprometerse con la seguridad laboral de los líderes, condicionar sus actividades y solicitar que en un periodo de tiempo rindan cuentas sobre los resultados y objetivos alcanzados.
«Si los líderes saben que sus decisiones se hacen públicas y estas pueden tener consecuencias sobre el apoyo y la respuesta que reciben de su equipo de trabajo, creo que podrían reducir el comportamiento corrupto», dice Maner.
Otra forma seria institucionalizar las líneas de comunicación entre los equipos, lo que hace más complicado para este tipo de jefes manipular el trabajo de sus colaboradores.
Jon Maner también añadió que si las empresas ofrecen a sus líderes una sensación de mayor estabilidad, podrán explotar al máximo su rendimiento y ayudarles a transmitir su visión de la manera adecuada.
3-. Busca líderes más responsables
Encontrar un líder nato sin duda es un reto. Especialmente porque en ocasiones estos valiosos elementos se encuentran ocultos colaborando en un puesto que no persigue los reflectores.
El objetivo de todo líder responsable es ayudar a mejorar la productividad de los equipos de trabajo, para alcanzar mayores resultados y desarrollar prácticas más responsables pero si las empresas no les brindan la oportunidad para hacerlo, la estabilidad y los recursos, entonces los jefes tóxicos seguirán provocando un impacto negativo en el equipo.