La crisis climática se saldrá de control a menos que el mundo aplique «frenos de emergencia» al capitalismo y cree una «nueva forma de vida». Estas son algunas de las líneas del libro Capital in the Anthropocene (2020) que convirtió a su autor, Kohei Saito, en una especie de superstar marxista en Japón, de acuerdo con The Conversation.
Pero sus ideas sobre revolucionar el capitalismo como lo entendemos hasta ahora están de vuelta. En esta ocasión el nuevo libro Marx in the Anthropocene: Towards the Idea of Degrowth Communism moviliza la teoría marxista para abogar por reducir la presión que actualmente se ejerce sobre los ecosistemas de la Tierra a través de la propuesta del comunismo de decrecimiento. Pero ¿qué es exactamente y cómo podría ayudar a detener la escalada de emergencia climática? Abordemos el tema más a fondo…
Qué es comunismo de decrecimiento
En Marx in the Anthropocene: Towards the Idea of Degrowth Communism, Saito moviliza la teoría marxista para abogar por lo que él llama «la abundancia de riqueza en el comunismo del decrecimiento», que se refiere a un cambio en la idea de abundancia y progreso entendidas hasta ahora en el sistema capitalista, por una línea de pensamiento enfocada en la no existencia de la propiedad privada ni la diferencia de clases. El autor parece reconciliar el marxismo con ideas más nuevas sobre alternativas al crecimiento económico, llevando las críticas al capitalismo a un nivel de popularidad sin precedentes.
El marxismo es un modelo teórico-sociológico —acuñado por Karl Marx, filósofo y periodista alemán, y de su compañero Friedrich Engels— que busca explicar la realidad humana, caracterizado por su crítica al capitalismo —un sistema económico y social basado en la propiedad privada de los medios de producción—. El principal argumento en el que se basa la teoría marxista es que el capitalismo posee una estructura errónea.
El crecimiento económico genera escasez: Kohei Saito
En términos generales, la propuesta de comunismo de decrecimiento contraviene el concepto de crecimiento económico que promueve el modelo actual del capitalismo. Muchas personas suelen asumir que, en la actual economía, la acumulación de posesiones las hace más ricas, por lo que cuestiona qué pasa si estuviera haciendo exactamente lo contrario.
Para comprender mejor lo anterior, tenemos que el producto interno bruto (PIB), una medida monetaria de la producción, puede aumentar porque alguien privatiza un bien común, lo que el geógrafo británico David Harvey llama «acumulación por desposesión». Es decir, cercar un recurso al que antes la gente podía acceder de forma gratuita y empezar a vendérselo.
Sin embargo, si bien esa extracción de rentas podría inflar el PIB, no crea nada útil, asume Saito. De hecho, al impedir que las personas accedan a los medios de subsistencia, crea una escasez artificial, por lo que, cuanto más dinero se acumula, más posibles se vuelven estos trucos de arrebatar y vender, ya sea para recursos naturales, conocimiento o mano de obra.
Entonces, en un mundo donde todo se convierte en una mercancía potencial (es decir, algo que se puede comprar y vender), la racionalidad imperante privilegia las actividades lucrativas sobre otras.
Comunismo de decrecimiento, un freno de emergencia
En este contexto, el afán de hacer dinero para satisfacer necesidades empuja a las personas a convertir cada vez más la naturaleza en una mercancía. Aunque el dinero que pueden ganar las empresas es infinito, los recursos naturales a disposición son cada vez más escasos. Quizá el caso más claro de este ejemplo son las ganancias extraordinarias que han obtenido los combustibles fósiles a partir de la explotación de la naturaleza.
El comunismo de decrecimiento podría actuar como un freno de emergencia en este círculo vicioso, argumenta Saito, al «terminar con la incesante explotación de la humanidad y el robo de la naturaleza».
Los académicos definen el decrecimiento como un esfuerzo planificado democráticamente para reducir los niveles de producción y consumo a fin de aliviar las presiones ambientales. La parte democrática es importante: la idea es hacerlo de una manera que reduzca la desigualdad y mejore el bienestar de todos.
Pero es difícil imaginar que esto suceda dentro del capitalismo, un sistema que debe expandirse continuamente y generar más. Y ese es el punto de Saito: es mucho más probable que el comunismo logre estos objetivos. El comunismo se refiere a una doctrina económica, política y social que defiende una organización social en la que no existe la propiedad privada ni la diferencia de clases, y en la que los medios de producción estarían en manos del Estado, que distribuiría los bienes de manera equitativa y según las necesidades.
Y razona que en una economía preocupada por satisfacer las necesidades humanas es más probable que se evite producir basura. Sin el imperativo de hacerse rico o perecer, muchos bienes y servicios intensivos en naturaleza dejarían de ser necesarios o deseables.
El mundo necesita regresar a las necesidades básicas
De acuerdo con Saito, su propuesta llama a «una reducción consciente del ‘reino de la necesidad’ actual». Este término marxista que utiliza Saito describe lo que consideramos nuestras necesidades esenciales. Bajo el comunismo del decrecimiento, este ámbito se reduciría para excluir cosas y actividades que no benefician el bienestar humano ni contribuyen a la sostenibilidad.
En lugar de competir por una cuota de mercado, las empresas podrían cooperar para lograr objetivos comunes como la restauración de la biodiversidad. Reducir la importancia que se le da a hacer dinero liberaría a las sociedades, para mejorar todas esas cosas que hoy trivializamos porque no son rentables.
Una economía de este tipo podría ser más lenta y más pequeña en cuanto a dinero, pero sería más sostenible y más eficaz para brindar bienestar, que es lo que se necesitaría ante la economía actual de consumismo.
El libro de Saito también figura como refrescante, ya que ayuda a poner fin a una vieja disputa entre los socialistas que confían en que las nuevas tecnologías y la automatización del trabajo pueden generar una economía en expansión con más tiempo libre y aquellos que abogan por un socialismo sin crecimiento.
En conclusión, Marx in the Anthropocene: Towards the Idea of Degrowth Communism propone compartir la riqueza que ya ha sido creada. Esto podría marcar el comienzo de una nueva forma de vida, en la que las personas pueden darse el lujo de gastar menos tiempo y esfuerzo en la producción de mercancías y centrar su atención en las cosas que realmente les importan, lo que los marxistas llaman el reino de la libertad. Esto debería comenzar, argumenta Saito, con la restauración de la salud de los ecosistemas de la Tierra, de los que depende todo lo demás.
