La imagen luce como la escena de una película de ciencia ficción que muestra un paisaje de otro planeta; un muro de LED y un impresionante circulo de espejos gigantes rodean una torre que se ilumina en la parte superior. Se trata de la simulación digital de una planta productora de energía solar en el desierto de Nevada, misma que constituye una obra de arte que busca reflejar la urgencia de masificar las energías renovables.
El trabajo, llamado Solar Reserve, fue creado por el artista irlandés John Gerrard en un esfuerzo de ilustrar las transformaciones visuales de los paneles solares entre el día y la noche. El actor Leonardo DiCaprio, quien ha encarado en diversas ocasiones la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global, adquirió su obra para donarla al Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, y con ello ha impulsado el trabajo de los artistas que desean orientar su trabajo a generar conciencia sobre distintos temas ambientales.
Gerrard representa a un grupo de artistas que han decidido unirse a la conversación pública sobre el cambio climático a través de su trabajo, expresando sus opiniones acerca del papel de la humanidad en este tipo de fenómenos. Durante la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París el pasado mes de diciembre, artistas como Olafur Eliasson, Shepard Fairey y Tomás Saraceno mostraron sus obras por la ciudad como parte de una iniciativa global a favor de un compromiso con el medio ambiente.
Eliasson, en particular, creó una pieza impresionante que ilustra los efectos del calentamiento global; para ello, bloques de hielo tallados procedentes de Groenlandia se instalaron en circulo en la Place du Panthéon. El llamado Reloj de Hielo se derritió lentamente con el tiempo en una obra destinada a ser temporal, magnífica y evocadora.
El propósito es involucrar a la audiencia y ofrecerle una nueva perspectiva sobre el mundo en el que vivimos.» Tanya Bonakdar, distribuidora de Eliasson en Nueva York.
Arte con propósito
El arte es por excelencia una herramienta de comunicación con un mensaje único hermanado con lo estético, y orientarlo al cuidado del medio ambiente no es para nada una novedad. Entre las décadas de 1960 y 1970, un grupo de artistas principalmente americanos comenzaron a crear piezas que no estaban destinadas a los confines de la galería ni a los recintos de coleccionistas privados, sino al exteriores majestuosos como el Gran Lago Salado de Utah.
Algunas décadas más tarde, la llegada del nuevo milenio sirvió como inspiración en otras expresiones artísticas impulsadas en gran medida por el nacimiento de Una verdad incómoda, documental dirigido por Davis Guggenheim en un esfuerzo por llamar la atención acerca de los efectos del calentamiento global.
Para 2007, Patrizia Sandretto Re Rebaudengo dedicó todo un año de exposiciones, charlas y eventos al cambio climático, mismo que culminó con el espectáculo Greenwashing Environment: Perils, Promises and Perplexities, que contó con la participación de 25 artistas internacionales incluyendo a Minerva Cuevas, Santiago Sierra y Norma Jeane.
Me atrevería a decir que nuestra exposición en 2007 llevó el cambio climático al mundo del arte, pero sin duda, en los últimos diez años cada vez más artistas se han decidido a abordar este problema.» Patrizia Sandretto Re Rebaudengo
¿Obras para los coleccionistas?
Por lo general, la naturaleza efímera de muchas de estas obras las hace inadecuadas para los recintos de coleccionistas privados, pero con frecuencia los artistas llegan a producir obras complementarias muy populares entre quienes gustan del arte. En una subasta benéfica organizada por Christie’s París en diciembre pasado, una pintura de la acuarela por Eliasson se vendió por unos 23 mil euros.
Las cifras de las ventas de arte a favor del medio ambiente son difíciles de conseguir, ya que en la actualidad nadie rastrea específicamente esta corriente cuyo mercado, de acuerdo con información de The Guardian pudo alcanzar los 63.8 billones de dólares el año pasado.
La asesora de arte para coleccionistas privados Lisa Schiff aseguró que parte del problema es que cada vez más artistas realizan obras digitales que pueden compartirse con facilidad, lo que transforma el paradigma del arte como un bien que puede ser comercializado.
Los coleccionistas todavía buscan el arte en forma de objetos que pueden retener en un lugar protegido. Ahora la pregunta es cómo obtener beneficios económicos de estas obras.» Schiff
Una respuesta, desde luego, es encontrar un donante que al igual que DiCaprio busque donarlas a algún museo con el único objetivo de hacer un llamado público a la conciencia sobre la importancia de proteger el medio ambiente.
Por fortuna la donación del actor centró la atención de los coleccionistas en el arte a favor del medio ambiente, incluyendo las obras de Gerrard, cuyas instalaciones han alcanzado ya precios en millones de dólares.