El rechazo a los avances tecnológicos se ha visto desde la época de Revolución industrial, cuando los obreros empezaban a “chocar” con las máquinas porque sabían que podrían perder sus empleos debido a la sustitución de la mano de obra por máquinas.
En la actualidad sigue existiendo ese miedo pero en ahora por la creación de robots que se han programado para distintas tareas, como: limpiar, recoger, enseñar a los niños a jugar o hablar, entre otras funciones.
Se dice que todo 2017 será el año del Maching Learning y la inteligencia artificial, según coincide un grupo de profesores del IE Bussiness School.
Durante la última década, el coste de la robótica ha bajado un 27%, y se espera un recorte del 22% adicional para la próxima, algo que, sin duda, empezaremos a notar con fuerza en el 2017”, explica Silvia Leal, profesora de esta escuela de negocios, que destaca que estas tecnologías generarán 153.000 millones de dólares para el año 2020, según el informe Robot Revolution del Bank of America Merrill Lynch.
Es así que el ludismo se ha extendido por todo el planeta y al enemigo a quien se le teme es sin duda al robot, ya que se le han asignado distintas tareas básicas que han podido absorber la mano de obra
En la reflexión de Sergio Negrete en Alto Nivel, comenta que , es probable que la comunidad se llene de máquinas que hacen trabajos peligrosos y hasta rutinarios. “Siempre es difícil hacer pronósticos, y no se diga del futuro […] Se está acelerando un proceso magistralmente analizado por el economista austriaco Joseph Schumpeter (1883-1950): la creación y destrucción de empleo que caracterizan un proceso acelerado de cambio tecnológico.
Entre varias opiniones, Negrete propone un ejemplo de qué pasaría si alguien del presente (2017) viajara en una máquina del tiempo al año 1992.
“Imaginemos que a una persona de 2017 le regalan una máquina del tiempo, y viaja al año 1992 (dos años antes de que arrancara el primer navegador de internet amigable al público en general).
Sólo se trata de un cuarto de siglo, que no parece mucho. Se pone a conversar con un grupo de personas y les dice que viene del futuro (por ejemplo, que Bill Clinton ganará a George Bush en la elección de noviembre y que será un excelente Presidente, pero que su esposa perderá en 2016 ante ese arrogante dueño de casinos, Donald Trump).
De repente alguien le pregunta, “oye, ¿y en qué trabajas en 2017?”. Muchas respuestas potenciales requerirían una larga explicación de antecedentes para que su auditorio pudiera siquiera entender remotamente de lo que habla:
—Soy diseñador de páginas web.
—Soy un “gamer” profesional en “League of Legends”.
—Desarrollo apps para Apple.
—Soy “youtuber” enfocado en un público de 12 a 15 años.
Por supuesto, la respuesta puede ser más entendible para su incrédulo auditorio, pero de todas maneras requeriría una explicación del avance tecnológico:
—Medio tiempo estoy en una tienda de abarrotes familiar, pero también tengo un Uber que comparto con mi hermano;
—Hago análisis de economía de México para una empresa inglesa, que a su vez los ofrece a clientes por suscripción. ¿Qué si los mando a Londres por fax? No, el fax ya no existe, los mando como archivos adjuntos por correo electrónico.”
Nadie se pudo imaginar cómo sería el mundo tan solo 20 años después, mucho menos en cuestión laboral. La mayoría tenía otra perspectiva de vida y gracias a las máquinas robot, la vida es muy diferente.
