Tras un largo tiempo de vivir en el capitalismo con su sobreexplotación de recursos naturales y humanos; y luego de ver a algunas naciones socialistas y comunistas caer en el caos, seguramente ya hemos comprendido que ningún modelo económico es perfecto. Aún así, es evidente que necesitamos formular un sistema que impulse de manera igualitaria el desarrollo económico, al tiempo que se encarga de aprovechar los recursos disponibles para satisfacer las necesidades de la comunidad de forma igualitaria y garantizar su conservación para que las futuras generaciones puedan hacer lo propio.
El desarrollo sostenible no es una tarea sencilla. Los seres humanos parecemos estar demasiado acostumbrados a tomar lo que está delante como si nos perteneciera. Si no vivimos suficiente para ver las consecuencias, entonces da igual; pero las consecuencias están aquí, somos quienes vivirán el desenlace de décadas de excesos o tomarán medidas radicales para evitarlo; no, no mediante la presión o la violencia; sino a través de modelos de negocio capaces de favorecer el desarrollo sostenible.
En 2010, el economista austriaco Christian Felber se unió a un grupo de empresarios para desarrollar el modelo de Economía del Bien Común o Economía del Bien Público; mismo que fue presentado como una alternativa real al capitalismo y a la economía planificada, comunmente gestionada por el gobierno.
El modelo responde a la necesidad de dar solución a los problemas estructurales presentes en el capitalismo, que podrían ser causante directa de una serie de problemas graves como la desigualdad, la pobreza, el desempleo, la exclusión social, el hambre, la degradación ambiental y hasta el cambio climático.
Felber argumenta que la solución a lo anterior es colocar al ser humano y a todas las entidades vivas en el centro de una actividad económica basada en valores que estima fundamentales: honestidad, empatía, confianza, cooperación y solidaridad, principalmente. Valores contrarios a los del sistema neoliberal, que establece que toda actividad económica tiene como objetivo maximizar beneficios sin considerar la forma en que se obtienen o las consecuencias derivadas de ello.
Las actividades económicas deben vivir al servicio de las personas, no las personas al servicio de las actividades económicas.
De ahí que la Economía del Bien Común hace hincapié en que las actividades económicas deben estar al servicio de la sociedad y no la sociedad al servicio de la actividad económica. El principio está ciertamente alineado con el objetivo primordial de la ciencia económica desde su nacimiento: ayudar en la creación y distribución de la riqueza, así como en el consumo racional, con el objetivo de contribuir a la satisfacción de las necesidades humanas y promover el bienestar.
La Economía del Bien Común propone entonces la creación de un sistema económico que aplica los estándares de las relaciones humanas y los valores constitucionales a la economía. Se trata de un modelo que busca recompensar a los actores económicos que consigan comportarse y organizarse de manera más humana, cooperativa, ecológica y democrática.
Tal como la describe Felber es una economía que reemplaza los valores egoistas del capitalismo depredador con los valores de relación y constitucionales que subyacen a la mayoría de los sistemas morales. Estos se reducen a cinco valores fundamentales.
- Dignidad humana
- Cooperación y solidaridad
- Sostenibilidad ecológica
- Justicia social
- Democracia y transparencia
Estos valores forman la base del modelo de Economía del Bien Común, también llamado ECG, por sus siglas en inglés.
Económicamente…
La ECG es una alternativa económicamente viable para empresas de todos los tamaós siempre que su propósito esté orientado al bien común y se evalúe su éxito con base en su impacto.
Políticamente…
Se trata de un motor para el cambio. El objetivo de la ECG es una buena vida para todos los seres vivos sotenida por un sistema económico que favorece el bienestar común. Una vez que los negocios se comprometan con ello, las regulaciones tendrán que responder a las necesidades de un nuevo entorno.
Socialmente…
Es una iniciativa que se base en las acciones colectivas para transformar el sistema económico.
¿Qué tiene esto que ver con la RSE?
Hacer realidad una economía que se centre en las personas como indica el modelo de Felber es una misión imposible mientras las empresas continúen centrándose en beneficios. La Economía del Bien Común exige la formación de negocios sostenibles capaces de impactar positivamente en su entorno a nivel económico, social y ambiental. La RSE constituye entonces parte fundamental del ECG.
Las empresas que se suman a este movimiento desarrollan un balance interno que pueden utilizar para evaluar sus debilidades en sustenibilidad. Posteriormente pueden apoyarse en sus empresas pares o en ECG para evaluar su balance y hacerlo público. Hasta ahora 2,288 empresas y organizaciones se han unido a la iniviativa ECG, aunque ciertamente todas aquellas que han adoptado la RSE como modelo de negocio contribuyen a hacer realidad el planteamiento de este sistema económico.
Nos encontramos en un momento histórico en el que las marcas necesitan poner a la humanidad en el centro de los negocios y buscar un éxito compartido reconociendo aquello que nos hace humanos. En medio de un mundo en el que la interacción con las máquinas se ha vuelto cotidiana, solo las empresas que consigan humanizarse y crear vínculos profundos con sus grupos de interés podrán ganar un espacio en su mente, su corazón y su cartera; el resto poco a poco se irá volviendo irrelevante.
En el entorno corporativo se ha vuelto común hablar sobre fortalecer la visión de negocio; por desgracia pocas veces se habla sobre la importancia de que los negocios adopten una visión más humana y orientada favorecer el bienestar común.
Cómo se humaniza a una marca
Uno de los errores más comunes es el de limitar el proceso de humanización de una marca a la selección de un vocero o embajador capaz de darle una voz y un rostro amable. Las empresas responsables saben que esto es únicamente la punta del iceberg; humanizar a una marca significa poner a las personas en el centro y hacer de su compromiso con el entorno el corazón de la organización.
Quizá suena mucho más romántico de lo que es en realidad. Para lograrlo hace falta adoptar un compromiso profundo con la responsabilidad corporativa y transformar por completo la forma en la que típicamente las empresas se relacionan con su entorno. Claro que la RSE es rentable, pero para que lo sea es necesario quitar al dinero del centro y dejarlo como otro elemento de la ecuación; y eso puede aterrar a muchas organizaciones.
Humanizar una empresa requiere convertirse en ciudadanos corporativos comprometidos con el bienestar del entorno mejorando su impacto social y ambiental, preocupándose por el desarrollo de sus comunidades e impulsando el crecimiento del talento que forma parte de la organización.
- Las marcas humanas se ponen en los zapatos de sus consumidores.
- Una marca que se centra en personas no es adversaria de las emociones.
- Los procesos de una compañía responsable están orientados a facilitar la vida de sus colaboradores.
- Las marcas humanas encuentran un propósito común y están abiertas a un equipo diverso que comparta ese objetivo.
- Las empresas responsables se saben constructoras de confianza.
- Un negocio centrado en personas sabe que es su responsabilidad construir un espacio en el que cualquiera desearía vivir.
Los negocios centrados en personas son actores clave en el proceso de contruir una Economía del Bien Común que impulse el desarrollo social y garatice la conservación de los recursos naturales.