Esta columna es patrocinada por Cuauhtémoc Moctezuma
Lavar los platos, darse un buen baño, asear la ropa, limpiar los pisos… Todas estas son actividades cotidianas que requieren el uso de litros y litros de agua al interior del hogar y que anualmente significan un volumen considerable, mismo que expresado en forma numérica es conocido como huella hídrica.
Al igual que en los hogares, cada país puede medir la cantidad de agua que consume cada año, y para ello es necesario incluir el agua superficial y subterránea; y contemplar tanto el uso doméstico de cada habitante, como el uso de agua procedente del extranjero que llega a nosotros de diferentes maneras.
Sin embargo, las actividades que se encuentran directamente relacionadas con el agua no son las únicas que contribuyen a aumentar la huella hídrica de una persona o país. Los productos y muchos de los servicios que llegan a las manos de cada consumidor a diario utilizan este recurso en sus procesos de producción, mismo al que se le conoce como agua virtual.
El volumen de agua virtual que se relaciona con el comercio internacional es de 1600 km3 por año, y aproximadamente el 80% de éstos se encuentra ligado a los productos agrícolas, el resto se vincula con productos de origen industrial.
Los países que importan productos agrícolas utilizan aproximadamente 1 600 Km3 de agua cada año, mientras que quienes los exportan sólo consumen 1 200 km3, por lo que una forma de reducir el consumo de agua virtual es generar de forma interna la mayor cantidad de productos agrícolas posible en cada país, lo que permitiría reducir de forma considerable la huella hídrica por nación, y sin duda beneficiaría al comercio local.
