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¿Qué es la moda rápida?

A todos nos gusta tener ropa bonita y barata, pero no siempre sabemos que es moda rápida lo que compramos. Por lo que tampoco somos conscientes del daño que hacemos al medio ambiente y que, gracias a nuestra compra, apoyamos a que siga habiendo personas que trabajan en condiciones infrahumanas.

Sin embargo, queremos seguir las tendencias de la moda actual y, queriéndolo o no, renovamos nuestro armario regularmente porque esta ropa no tiene mucha durabilidad. Incluso después de las advertencias hechas por organizaciones dedicadas a la protección del ambiente, las ventas de este tipo de ropa no se han visto demasiado afectadas. ¿Por qué ocurre todo este fenómeno? Te contamos…

¿Qué es la moda rápida?

Para saber qué es la moda rápida hay que considerar el contexto en el que nos encontramos globalmente. De acuerdo con Greenpeace, se ha creado una necesidad de innovación y cambio inmediato en función de las tendencias de la moda. Esto ha provocado el nacimiento de la fast fashion o moda rápida, que es la ropa producida en grandes volúmenes.

Con el fin de suplir las exigencias del mercado, se comercializan millones de prendas distintas. Lo cual, a su vez, fomenta la sustitución acelerada de los inventarios personales de ropa, ya que las tendencias duran por lapsos muy breves. Por lo que la calidad de los productos es muy baja para poder salir a la venta sin retrasos, haciendo que la ropa sea prácticamente desechable.

Qué es la moda rápida y cómo se produce

Asimismo, este sistema de producción y venta ha hecho que la industria de la moda lance más colecciones de ropa al año, en vez de seguir el modelo antiguo primavera/verano y otoño/invierno. Lo cual se ha visto también influido por las redes sociales, por ejemplo, desde el confinamiento por la COVID-19, surgieron y convivieron varias tendencias al mismo tiempo, conocidas popularmente como “aesthetics”.

De esta manera, ya no hay una moda que dura varios años, como se había visto en décadas anteriores, sino que los estilos de ropa apenas duran uno o dos años. Lo cual fomenta la compra de nuevos artículos. Pero, ¿cuál es el problema con esto?

Un modelo de producción rápido y barato

De manera general, las marcas de ropa tardan alrededor de tres meses en lanzar una colección completa. Sin embargo, la industria ha dado un giro por el nuevo modelo que es la moda rápida, ya que algunas marcas como Zara han reducido ese perioda a apenas 3 semanas, mientras que el gigante SHEIN lo hace lapsos de 3 a 7 días.

Por lo que pueden ofrecer productos novedosos frecuentemente, apoyándose de aplicaciones móviles, redes sociales e influencers para atraer compradores. Lo cual ha motivado el aumento de marcas que se suman a este fenómeno. Puesto que los costos de producción, sacrificando la calidad y los debidos procesos, son muy baratos y las ganancias son millonarias.

Y, para evitar el escrutinio público, realizan iniciativas para apoyar a organizaciones dedicadas a cuidar el medio ambiente. Sin embargo, la gran cantidad de desechos que generan, así como la contaminación durante y después producción, causada por el uso de tintes y tratamientos que no son seguros para la vida humana, hacen que cualquier esfuerzo superficial por ser “sostenibles” sea una práctica de greenwashing para engañar al público.

Qué es la moda rápida

Violación a derechos humanos y ambientales

Con el nacimiento de esta industria, el consumo de ropa ha aumentado un 400% en los últimos 20 años, por lo que tiramos 16 mil toneladas de ropa al año, un 816% más que en la década de 1970. Por lo que es responsable del consumo de 93 billones de litros de agua anuales y de la emisión del 10% del CO2 a nivel mundial.

Y, considerando que la producción masiva de prendas llega hasta los 150 mil millones, al menos el 30% no se vende y el 50% se desecha en el mismo año en que se adquiere. Lo cual aumenta la cantidad de ropa en vertederos de países como Ghana, donde los pobladores no pueden aprovechar los artículos dada la pésima calidad y la contaminación química que suelen presentar.

Además de ello, las empresas que se dedican a la venta de lo que es moda rápida, para mantener bajos sus costos mantienen a sus trabajadores en condiciones infrahumanas. Puesto que suelen trabajar de 14 a 16 horas diarias. Y, para evadir los problemas legales que esto podría acarrear, sus fábricas operan en países con condiciones laborales precarias, sobre todo en el Sudeste Asiático y en Europa del Este.

Asimismo, por la necesidad de completar la producción, recurren a prácticas de explotación laboral infantil y trabajo forzado, atentando contra los derechos humanos. Por lo que la industria de la fast fashion es un claro ejemplo de que no todas las empresas tienen un compromiso con la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), sino que su único fin es el enriquecimiento, sin importar qué o quién puedan afectar.

Qué es la moda rápida y cómo se elabora

Alternativas a la moda rápida

Ahora que sabemos qué es la moda rápida y sus consecuencias en el ambiente y en el bienestar de los trabajadores, la mejor alternativa es no comprar ropa de ninguna marca dedicada a esto. Aunque es cierto que la ropa de calidad es mucho más cara, es posible encontrar buenas prendas en mercados de segunda mano.

Asimismo, puedes darle una segunda vida a la ropa que ya no necesites donándola, revendiéndola o intercambiándola. También puedes reciclar las prendas o reutilizarlas en tu hogar para otros fines. Y, sobre todo, en vez de comprar mucha ropa de mala calidad, invierte en prendas sostenibles y duraderas. ¡Incluso puedes aprender a confeccionar tu propia ropa!

Recordemos que el consumismo, impulsado por las grandes empresas que crean necesidades en el público, es una de las fuentes de la crisis climática y social que vivimos en la actualidad. Por lo que es responsabilidad de todas las personas aprender y aplicar el consumo responsable en nuestro día a día.

3 COMENTARIOS

  1. […] La moda rápida de ha convertido en una industria de cientos de millones de dólares explotando una premisa simple: cuando un consumidor se encuentra enfrente de dos camisas similares con una diferencia de precio significativa, seguramente se decidirá por la más barata. Muchas empresas han explotado esa premisa en los últimos años, desafortunadamente los precios en sus etiquetas no pueden contarnos toda la historia que se oculta tras las telas, y que resulta realmente alarmante. Si la prenda más económica tuviera una etiqueta que revelara su duración y su impacto ambiental estimado en comparación con aquella que tiene un costo más elevado, ¿el ahorro continuaría siendo atractivo? Probablemente no. […]

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