Una definición objetiva de Responsabilidad Social sería: La ejecución voluntaria de acciones en bien de la comunidad o el medio ambiente, buscando un beneficio social, pero también, la rentabilidad.
Ahora bien, ¿puede una persona ser socialmente responsable? ¿o es algo exclusivo de las organizaciones? La respuesta es que también los individuos pueden serlo. Sin embargo, cabe la pregunta ¿Dónde queda la parte de la rentabilidad? Sencillo: en la difusión de sus actos, misma que les garantiza un mayor good will del público.
Las ejecuciones socialmente responsables ayudan a construir la imagen de las celebridades y a forjar un posicionamiento de ellas; igual que sucede con cualquier empresa. Para ello baste citar a Bono, Pavarotti, la Princesa Diana, Al Gore, Hilary Clinton y Bill Gates, entre muchos otros.
Las acciones ejecutadas por celebridades, si bien son loables, también son rentables. No hay nada de malo en ello; de hecho, sería un error no comunicarlas, pues se convertirían en franca filantropía.
Un buen ejemplo para aterrizar este concepto es lo que hizo Saul Hudson, también conocido como Slash, exguitarrista del popular grupo de Hard Rock estadounidense Guns N’ Roses, reconocido por ser uno de los más talentosos en su medio (no por nada es la portada del videojuego «Guitar Hero III: Legends Of Rock») y por tener unas 240 guitarras.
Slash, en el 2005, subastó su «Gibson Les Paul Standard» autografiada a fin de recaudar fondos para las víctimas del Tsunami en Asia. Si bien el guitarrista pudo haber donado la cantidad en efectivo, la acción le brindó un publicity enorme que hubiera costado mucho dinero en otra situación o buscando meramente fines comerciales.
La Responsabilidad Social es entonces, un modelo donde los beneficios se extienden a la sociedad, sí, pero indispensablemente, también a quien los ejecuta. Eso es estrategia, eso es rentabilidad.
