Por Iliana Molina E.
Las cadenas de valor inclusivas son un esfuerzo que concentra la voluntad de una empresa por incluir a pequeños productores como proveedores en diferentes momentos de la creación de valor. Conviene distinguirla del desarrollo de proveedores. Si bien ambas iniciativas promueven la productividad, la calidad y la formalidad en el intercambio comercial, las cadenas de valor inclusivas van más allá: buscan promover en los pequeños productores habilidades y una mentalidad que les permita trascender de un esquema de subsistencia a uno de empresarialidad.
En este sentido, las cadenas de valor permiten producir círculos virtuosos en los que la gran empresa ofrece las condiciones para realizar intercambios de manera justa y responsable, mientras que las empresas comunitarias se comprometen a desarrollar las capacidades que les permitan no sólo responder óptimamente a las exigencias de su cliente, sino, sobre todo, aquéllas necesarias para que su negocio trascienda y sea sostenible con el paso del tiempo.
Para muchos, esta visión puede parecer una utopía. Evidentemente, implica un alto grado de compromiso por parte de todos los involucrados, pero también requiere que se sumen otros actores que ayuden a garantizar, por un lado, este desarrollo de capacidades, además de jugar el rol de interlocutor entre dos mundos que normalmente no dialogan entre sí.
Por ello, crear cadenas de valor inclusivas es, o debería ser, el esfuerzo coordinado de varios actores involucrados en un mismo territorio, con un objetivo común claro, alcanzable y deseable, aunque cada quién tenga sus propias metas. Es importante coincidir en que el objetivo común debe ser siempre mayor a los objetivos individuales, incluso si estos últimos son institucionales.
Otro de los requisitos de este tipo de iniciativas es que cada actor aporte lo que realmente sabe hacer. En algunos casos, nos encontramos con actores llenos de buenas intenciones que se desvían de su área de experiencia de manera improvisada para atender un problema urgente. En ese caso, los resultados son rara vez exitosos: se pierden recursos valiosos cuando éstos dejan de hacer aquello para lo que realmente son buenos y, por otro lado, se desgastan intentando hacer cosas para las que no están preparados, con resultados lejos de lo esperado.
Nuestra propuesta es innovar a partir de alianzas que permitan sumar esfuerzos para atender de manera multidisciplinaria un problema tan complejo como es la generación de valor en grupos de pequeños productores. De esta manera, no sólo las organizaciones e instituciones podrán aportar lo que mejor saben hacer, sino que sus esfuerzos se verán potenciados a partir de un enfoque sistémico, sostenible, integral y comprometido con la generación de valor tanto económico como también social y con respeto al medio ambiente.
Iliana Molina es Socióloga por la Sorbona de París y cuenta con un Máster en Economía Social por la Universidad de Mondragón, en España.
Cuenta con más de diez años de experiencia en desarrollo social e inclusión económica en los sectores público, social y académico.
Actualmente es representante en México de Minka-Dev (www.minka-dev.com), una plataforma virtual que funciona como un mercado de oportunidades de negocio con alto impacto social, económico y ambiental.