A lo largo de nuestras vidas tenemos varios tipos de héroes, ficticios y reales. Hay héroes atemporales e inmortales, de los de “toda la vida” como son los padres, aunque estos siempre compiten con los grandes de la televisión y los libros.
Seguramente, si preguntásemos a la gente cómo definiría a un héroe, este sería una persona digna de elogio e imitación para la cultura de su lugar y tiempo, por mostrar gran valor y virtudes que se estiman dignas de imitación, sobre todo para los jóvenes.
Hoy, en pleno siglo XXI y más allá de tebeos y pantallas, tu eres el héroe de muchos. Como gran deportista, muchos quieren ser como tu; y es por eso que tus hazañas las realizas en lugares atiborrados de hinchas que gritan tu nombre, festejan tus victorias y te acompañan en tus derrotas.
Tus logros deportivos son conocidos a nivel mundial gracias, en gran parte al interés de niños, jóvenes y adultos que contigo viven sueños futuros, presentes y desempolvan los guardados en un baúl. Ellos son quienes te convierten en héroe, en líder de opinión y un ejemplo a seguir. Es entonces cuando me planteo si encontrarse frente a esta situación, si ser aquella persona que se admira es un privilegio o una responsabilidad.
Para mí, ser ese líder deportivo conlleva las características básicas de toda relación simbiótica, siendo tanto un privilegio como una gran responsabilidad. El privilegio, a mi parecer, recae en ser reconocido por todo el mundo por tus habilidades y por tu representación de lucha, superación, esfuerzo y la dedicación para conseguir los objetivos que te planteas. Pero así como se consigue este privilegio se puede perder rápidamente si no se es consciente de la responsabilidad de ser ese modelo a seguir.La imagen positiva, los valores que transmites, el deseo de poder ser como tu; tu marketing personal por el que tanto trabajaste puede perderse en cuanto ese líder pierda un poco su ruta y, probablemente, algunos seguidores la pierdan con él, o simplemente dejará de ser ese ejemplo a seguir aceptado y alabado por la sociedad. Siempre que tus seguidores vean en ti esa imagen positiva a seguir, el compromiso a adquirir mediante el esfuerzo y tu deseo de mantener esa posición de liderazgo, la tarea ha sido cumplida.
Sin embargo, y con tristeza te digo, que últimamente parte de tu legado lo escribes en revistas sensacionalistas, de moda y autos de lujo. Nos enteramos de cómo vives tu éxito o quien es tu nueva novia; si hubo un exceso que provocó un accidente o eres soberbio antes tus fans. Todo esto, generando afectaciones a la esfera de tu intimidad y que pudiera no estar alineada a tu vida profesional durante y después; pero que repercute en ella de manera negativa.
Por otro lado, también sé por las noticias que asistes a eventos benéficos, hospitales o comunidades marginadas debido a la contribución social de tu club o Federación, es un buen comienzo para tu propio “Libro Blanco” de la participación comunitaria activa en las decisiones, responsabilidades y líneas de acción fomentando nuevos vínculos de colaboración en favor del impacto social del deporte en el colectivo.
Un cúmulo de acciones positivas y negativas por el hecho de encontrarte expuesto a la sociedad. Debes recordar el mantener a todo aquello por lo que luchaste, lo que te hizo ser ese héroe que todos admiramos. Tu marca personal deportiva.
Pero también digo que mi héroe va aún más allá de todo lo expuesto. Mi héroe es el que usa su fama para crear conciencias, el que cambia destinos de vida simplemente por su ideología, es el que crea ilusiones de largo plazo, el que vive su mensaje y lo cree, el humilde, el generoso, el que recuerda que un entorno frena sueños pero la perseverancia los aviva, el que es ejemplar, el que vive su gloria y su brillo alumbranuevos caminos.
Y así, te vuelvo a preguntar ¿quieres ser mi héroe?
Fuente: CRUYFF INSTITUTE