Mayo 2017, una reunión muy esperada. El presidente estadounidense, Donald Trump, visita al Papa Francisco en el Vaticano para sostener una conversación a puertas cerradas durante media hora en el Palacio Apostólico. «Gracias, no voy a olvidar lo que ha dicho», dijo el mandatario al sumo pontífice una vez que la reunión había terminado; nadie salvo ellos saben lo que se dijo en la intimidad del palacio.
Tras la reunión un intercambio de regalos. Para el líder de la iglesia católica, una primera edición de los libros de Martin Luther King, activista por los derechos civiles que el pontífice citara durante un discurso en el Congreso en 2015. Para el mandatario y empresario, una copia de la Carta Encíclica Laudato si’, un texto escrito por el Santo Padre, que recoge una serie de reflexiones sobre el cambio climático y el cuidado de nuestro planeta; sumado una medalla de olivo hecha a mano por un artista romano, que según pontífice, simboliza la paz. Nada más certero.
Días después, la tormenta. La promesa de Donald Trump de leer lo escrito por el sumo pontífice no impidió que el mandatario declarara efectiva la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, y con ello reafirmara la postura de la Casa Blanca que niega la existencia del cambio climático.
Un Papa verde
El desacuerdo entre el líder de la iglesia católica y el mandatario estadounidense no es de sorprender. Desde el inicio de su pontificado en 2013, el hasta entonces cardenal argentino se perfiló como un dirigente sensible a las causas sociales y ambientales, sin alejarse demasiado de los principios tradicionales de la iglesia católica. De hecho, el más reciente papa móvil es un auto eléctrico, lo que hace que el compromiso no sea solo de palabras sino de actos cotidianos.
El nombre de Francisco, elegido por Bergoglio para identificar su pontificado, es en sí mismo un mensaje claro de los valores que lo identifican. Es nada menos que San Francisco de Asís quién inspira esta decisión. Un personaje que no solo se caracteriza por su solidaridad con los más necesitados, también fue nombrado santo patrono de la protección al medio ambiente por el Papa Juan Pablo II en 1980.
Con la elección de su nombre, llegó la de los valores de marcarán su liderazgo en la iglesia católica: austeridad y ecología.
Nada quedó en palabras. Las acciones del sumo pontífice han sido hasta ahora congruentes con ese primer mensaje ofrecido desde la plaza de San Pedro para el mundo entero. En 2014, una moto Harley Davidson que era del potífice se subastó en París en 241,500 euros, es decir más de 326,000 dólares. El dinero recaudado fue donado a beneficio de Caritas y empleado en la renovación de un hogar para personas de bajos recursos en Roma.
Con relación al cuidado del medio ambiente, el Papa ha declarado que tomar medidas para recatar a nuestro planeta puede ser considerado un acto de misericordia.
Los Cristianos y los no cristianos, las personas de fe y de buena voluntad, hemos de estar unidos en demostrar misericordia con nuestra casa común ―la tierra― y valorizar plenamente el mundo en el cual vivimos como lugar del compartir y de comunión
¿Qué dice Laudato Si?
Dos años han pasado desde la publicación de la encíclica Laudato si: Sobre el cuidado de la casa común escrita íntegramente por el Papa Francisco y dada a conocer al mundo por el vaticano en junio de 2015. La crisis social y ambiental que atraviesa el mundo entero no ha cesado todavía y los esfuerzos por ponerle fin parecen insuficientes.
Estados Unidos ha salido del Acuerdo de París por el Cambio Climático y gobiernos de diferentes países han tenido que tomar medidas importantes para contrarrestar las implicaciones de su despedida.
En este contexto vale la pena recordar la encíclica verde como un llamado de atención a individuos, gobiernos, empresas y organizaciones para adquirir un compromiso integral con el desarrollo sustentable.
Los medios actuales permiten que nos comuniquemos y que compartamos conocimientos y afectos. Sin embargo, a veces también nos impiden tomar contacto directo con la angustia, con el temblor, con la alegría del otro y con la complejidad de su experiencia personal.
En su texto, el pontífice expresa una enorme preocupación por el cambio climático; pero también va mucho más lejos para plantear cómo es que éste y otros fenómenos son un reflejo de los acelerados modelos de producción y consumo ejercidos por los seres humanos y por consecuencia del deterioro del medio ambiente.
Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común…
Además, el líder de la iglesia católica hace referencia al papel de las empresas para terminar con los problemas y no enmascararlos y hace una invitación para que el interés por el bien común trascienda los instereses particulares y económicos de unos cuantos; entendiendo que nuestro planeta es hogar de todos. Algo que ciertamente el presidente estadounidense Donald Trump parece haber olvidado, suponiendo que cumpliera su promesa de leer el texto íntegramente.
El Papa reta a las empresas
En contraste, el Papa Francisco no ha detenido sus esfuerzos. El Vaticano cuenta con un programa de aceleración tecnológica que se ha focalizado en impulsar nuevas empresas que abordan el problema del cambio climático. En este marco se ha lanzado el desafío Laudato Si.
Las empresas que participen en este desafío recibirán inicialmente $100,000 dólares en semilla a cambio de una participación de inversion de entre el 6% y el 8%. Esto además de cuatro meses de tutoría a distancia, tras los cuales doce de ellas deberán viajar a Roma para dos meses de trabajo presencial en el acelerador. Finalmente presentarán sus proyectos ante una audiencia en la Pontificia Academia de Ciencias del Vaticano.
Cabe destacar que ninguna de estas StartUps recibirá financiación directa de la iglesia católica. Toda la inversión proviene de fuentes privadas y es canalizada a través del acelerador, que sí disfruta de fuertes vínculos con el Vaticano.
De ahí que más que un programa típico de aceleración, Laudato Si es una iniciativa que busca impulsar proyecto nacientes enfocados en atender alguna de las áreas problemáticas que el Papa Francisco identificó en su encíclica.
Las empresas solicitantes deben concentrar esfuerzos en el cumplimiento de siete desafíos específicos:
- Energía
- Alimentos
- Agua
- Ciudades sobrepobladas
- Potencial Humano
- Conservación
- Finanzas
El reto está abierto a todo el mundo y los participantes no están obligados a profesar la religión católica.
Seleccionamos empresas que están trabajando en innovaciones para construir un mundo mejor en estas áreas», aseguró Paul Orlando, director del programa, en entrevista para Fast Company.
El ejecutivo agregó que no cree que antes se haya visto esta especie de alianza entre empresas con fines de lucro y una institución tan antigua y con un conocimiento e interés tan profundo en los problemas globales, como es el Vaticano.
Entre los inversores que intervendrán como parte del acelerador destacan capitalistas de riesgo como el Fondo de Energía FullCycle y Google Jolly Good Fellow, que han tomado inspiración de la encíclica del Papa para invertir en empresas cuya tecnología haga del mundo un lugar mejor.
El llamado del Papa a las empresas
Orlando, que también es profesor de la Escuela de Negocios Marshall en la Universidad del Sur de California, dijo que se sorprendió al principio sobre el trabajo del acelerador con el Vaticano, aunque más tarde comprendió que tiene mucho sentido ya que el Papa ha dado especial importancia a estos temas durante su pontificado y ha hecho múltiples llamados a los líderes de negocios para abordarlos.
Qué maravilloso sería si el crecimiento de la innovación científica viniera junto con más igualdad e inclusión social. Qué maravilloso sería si mientras descubrimos planetas lejanos, volvieramos a descubrir las necesidades de los hermanos y hermanas que orbitan alrededor de nosotros… – Papa Francisco