En la gran mayoría de los lugares de trabajo se pueden encontrar personas tóxicas que hacen muy difícil la vida de los demás. Nadie quiere pensar que es parte de este problema, pero, dado que las personas tóxicas suelen negar que lo son, es posible que en algún momento de nuestra carrera laboral nosotros seamos los que causan conflictos.
En un reciente artículo para Harvard Business Review, la doctora Heidi Grant Halvorson, escritora y profesora en la Universidad de Columbia, las personas no somos conscientes de cómo somos percibidas por los demás, lo cual puede llevar a que nos convirtamos en colaboradores tóxicos sin saberlo. Por eso, la experta sugiere que conocer cómo ven tus compañeros tus acciones te ayudará a evitar ser considerado tóxico.
1. Si creen que eres demasiado frío…
En un ambiente de trabajo, la mayoría de las personas piensa que causar una buena impresión significa demostrar su capacidad y talento ante sus compañeros. El problema es que cuando haces esto te olvidas de demostrar tu calidez (la capacidad de ser amigable, empático y atento con los demás), un elemento que debe estar presente porque, al percibirlo, tus colegas van a asumir lo mejor de ti e incluso a perdonar errores.
Si quieres ser percibido como una persona cálida, Halvorson recomienda que hagas un esfuerzo para prestarle atención a los demás, hagas contacto visual en conversaciones, evites mirar el celular durante reuniones y, sobre todo, en verdad escuchar cuando alguien te hable.
2. Si creen que eres egoísta…
Los equipos pueden calificar de «tóxicas» a las personas que, para ellos, actúan como si el mundo fuera suyo y los demás solo vivieran en él. «Yo no soy así», puedes argumentar, pero recuerda que en esta situación lo que importa es cómo te perciben los demás, no lo que tú piensas en realidad.
Si estás muy enfocado en tu trabajo y tus resultados, tus colegas pueden pasar que estás microadministrando, que tienes problemas para delegar o que eres un mal colaborador e incluso puedes caer en actitudes tóxicas como culpar a otros por lo que sale mal, «sacar de la jugada» a elementos clave del proyecto o tomar el crédito por el trabajo de los demás.
Para asegurarte de que no eres este tipo de colaborador tóxico, camina en los zapatos de los demás de forma regular y trata de comprender su perspectiva. Haz preguntas a tus compañeros sobre sus intereses, sus metas y sus dificultades. Sobre todo, dice la experta, debes mostrar empatía para demostrar que los valoras. Por ejemplo, Halvorson recomienda usar frases como «siento que tengas que lidiar con…» o «sí me imagino cómo se sintió esto…»
3. Si creen que te apegas demasiado a las reglas…
Según un estudio citado por la experta, los colaboradores tóxicos suelen tener un exceso de confianza y ser más egocéntricos que quienes no son tóxicos, además de tener una característica que puede resultar sorprendente: creen que las reglas siempre deben seguirse.
Claro que seguir normas, cuando estas son legales o éticas, es importante, pero en muchas otras ocasiones es posible ser flexible sin causar un problema, o incluso facilitándole la vida a los demás.
Si eres el tipo de persona que se aferra al reglamento como si su vida dependiera de ello, es posible que tu equipo te resienta. Intenta ser más relajado cuando se trate de reglas menos importantes. En situaciones en las que sea imperativo seguirlas, explica a tus colegas por qué lo consideras así y qué beneficios traerá al grupo el hacer las cosas de acuerdo al manual.