El regreso de la Fórmula 1 a México ha sido bien recibido por los seguidores del rostro más glamoroso del automovilismo, por no hablar del entusiasmo con que autoridades capitalinas y federales pronostican la derrama y el turismo que generará el evento.
Después de 23 años, una fecha del máximo circuito del automovilismo se correrá en el Autódromo Hermanos Rodríguez durante las próximas cinco temporadas, con opción a quedarse cinco más.
Pero entre que la marca-país se fortalecerá, que la derrama sumará 2 mil millones de dólares, que generará 18 mil empleos, que la exposición del país llegará a 520 millones de televidentes, ¿cuál será el impacto ambiental que tendrá el Gran Premio en México?
De acuerdo con las reglas y regulaciones que la Fórmula 1 difunde en su página oficial, a partir de este año comenzó a aplicarse un nuevo reglamento que apunta a hacer más sostenible este deporte.
Así, los motores V8 de 2.4 litros han sido sustituidos por los V6 Turbo de 1.6 litros y el combustible está limitado a 100 litros por carrera, cuando antes era ilimitado y los equipos consumían en promedio 160 litros por carrera.
También se establece que los sistemas de recuperación de energía, los cuales aprovechan el calor residual que deja la frenada, deben contribuir en mayor medida a la energía de cada coche y que, en lugar de dos, los autos sólo deben tener un tubo de escape.
Aunque es muy pronto para conocer qué tanto han funcionado estas medidas en pos de la sostenibilidad de la Fórmula 1, lo cierto es que este deporte redujo 7% sus emisiones de carbono entre 2009 y 2011, de acuerdo con estudios de consultora Trucost revelados en enero de 2013.
En igual lapso, la eficiencia del combustible permitió reducir 24% las emisiones contaminantes de los automóviles de la F1.
De acuerdo con el blog Linking Sustainability, la Federación Internacional del Automóvil (FIA) se ha comprometido a que la F1 alcance una reducción de 40% en el consumo de combustible en cada temporada.
Carreras, lo que menos contamina
Pero la F1 no son sólo autos y carreras. La realización de este deporte involucra fechas a lo largo de año por todo el mundo, que mueven grandes escuderías de país en país. De hecho, las mediciones de Trucost estiman que las carreras por sí mismas tienen una participación de 0.3% en el total de las emisiones contaminantes que deja este deporte.
Las mayores emisiones de carbono de la Fórmula 1 están relacionadas con las piezas y materia prima necesarias para armar los vehículos, lo que en 2011 significó 47% del total contaminante. Por otro lado, los rubros relacionados con los traslados, flete, otros vehículos y el combustible utilizado en la logística representan 26.3% de la contaminación y la electricidad otra proporción similar.
En su apartado relacionado a Logística, F1 especifica que cada equipo que compite en el circuito viaja alrededor de 160 mil kilómetros anuales entre las carreras y las sesiones de prueba. En las rondas europeas, asegura, la mayoría de los equipos viaja por carretera en lugar de avión.
La Fórmula 1 admite el tamaño del reto logístico que tiene aún por librar, el cual se incrementará en la medida en que más fechas se realicen fuera de Europa, como es el caso del Gran Premio en México.
Aunque plantea a modo de broma que “la cantidad de transporte necesario para una temporada de carreras no está muy lejos de la que se requeriría para una campaña militar mediana”, este deporte debe tomarse muy en serio el camino que todavía tiene que recorrer para mitigar el impacto ambiental que deja alrededor de todo el mundo.
