Hace menos de 5 meses, Dan Price, el CEO de la compañía Gravity Payments, tomó la importante decisión de hacer un cambio radical en los salarios de sus colaboradores, como una forma de que en la empresa realmente se vivieran sus valores.
Cuando hizo el anuncio de que en su compañía todos ganarían un mínimo de 70 mil dólares anuales y que él mismo reduciría su salario de un millón a esa misma cantidad, parecía tratarse de una política innovadora y responsable ¿Qué podría salir mal? Al parecer, varias cosas.
El diario The New York Times, que también cubrió la noticia en abril, visitó de nuevo Gravity Payments para enterarse de cómo han cambiado las cosas desde el anuncio e implementación de la política y se encontró con que surgieron muchos problemas imprevistos. Entre ellos:
* Ya que la noticia le dio la vuelta al mundo, la presión resultó un distractor tanto para Price como para sus colaboradores.
* Al enterarse de la noticia, muchos clientes decidieron terminar sus contratos, ya sea por no estar de acuerdo con lo que vieron como una declaración política o por temer alzas en los precios. Otros, por el contrario, se acercaron a la empresa por considerar interesante su idea, pero el contratar a gente para atender los nuevos negocios está costando dinero que no se había previsto gastar.
* Dos muy valiosos colaboradores renunciaron por sentir que era injusto que todos ganaran la misma cantidad.
* El peor golpe fue una demanda interpuesta por el hermano y cofundador de Price, otro enorme gasto que no estaba planeado y para el cual no existe un margen de error.
En especial las dudas de los colaboradores son interesantes. Sería fácil asumir que ellos son los más acérrimos protectores del aumento de sueldo, pero no necesariamente es así. Maisey McMaster y Grant Moran decidieron irse de la compañía poco después del anuncio. Ambos tienen sus razones particulares, pero coinciden al pensar que el que muchas personas ganen lo mismo, sin importar sus logros o antigüedad, crea resentimientos. Además, Moran añade que la publicidad que se le dio al cambio lo incomodaba, ya que todos a su alrededor se enteraron de su sueldo.
A pesar de estas voces contrarias y de los problemas económicos, muchos otros colaboradores sí han aplaudido la medida puesto que les ha permitido hacer cambios importantes como mudarse a mejores barrios, hacer viajes o pensar en iniciar una familia.
Por su parte, Price admite que es difícil ajustar su presupuesto a su nuevo sueldo, pero no parece arrepentido de su decisión y del cambio que podría ayudar a generar: «La inequidad salarial ha ido en la dirección contraria. Yo quiero luchar por la idea de que si alguien es inteligente, trabajador y hace un buen trabajo debe tener un estilo de vida de clase media», le dijo a The New York Times.
