Alexis Bravo
En México hay alimento suficiente para cubrir las necesidades de toda la población, sin embargo, se desperdicia hasta 34% de lo que se produce al día y se ve reflejado en 20 toneladas de desperdicio de alimentos al año, comentó María Teresa García Plata, directora general de Bancos de Alimentos de México (BAMX).
Esta situación consideró, hace indispensable la participación de la iniciativa privada para generar alternativas, en especial por parte de la industria de alimentos, que permitan aprovechar lo que se desecha.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el hambre en el mundo sigue aumentando hasta un ritmo que supera los 10 millones de personas adicionales en un año.
Ante ello, García Plata consideró que México aún no está en camino para la eliminación del hambre, pues de acuerdo con el Coneval lejos de haber mejoras entre 2008 y 2018, las personas en carencia alimentaria aumentaron de 24.3 a 25.5% en México.
Luis Fernando Hernández Lezama, miembro del Consejo Directivo del Consejo Latinoamericano de Información de Alimentos y Salud (CLIAS), consideró que el principal problema al que se enfrenta México para lograr erradicar el hambre es que los alimentos son vistos como una fuente de ingresos y no como una necesidad para sobrevivir para algunas personas.
“Si las empresas productoras de alimentos aumentan sus precios, difícilmente la población podrá acceder a ellos”, comentó Hernández Lezama, por lo cual cree que independiente de que involucren en su cadena de valor planes enfocados en la responsabilidad social, deben tratar la alimentación como un tema que nos concierne a todos y no sólo como una fuente de ingresos en la que se concentra la riqueza.
Asimismo, apuntó que el enfoque del gobierno no debe ser proveer a la población sólo con programas sociales en los que otorgue dinero mensual, pues cubren la necesidad a corto plazo pero al final seguirán en estatus de pobreza ya que no tienen los medios para producir dinero y alimentos.
Es por esto que consideró que si el gobierno y la iniciativa privada no empiezan a preocuparse por la reducción de desigualdades y sólo se concentran en dar apoyos económicos, no se logrará alcanzar el segundo objetivo de la Agenda 2030: Hambre cero.
Oscar Mendoza, director de Relaciones Gubernamentales de Cargill de México, coincidió en la importancia de contrarrestar el desperdicio de alimento, por lo cual dijo colaboran con el BAMX para donar alimentos en especie que posteriormente son repartidos a sectores empobrecidos.
Además de esto, en su cadena de valor involucran planes enfocados en la reducción del hambre, uno de ellos es Hatching Hope, con el que buscan llevar gallinas ponedoras a mujeres de Oaxaca, Puebla y Chiapas, lo cual les da sustento de proteína y empodera a las amas de casa. Hasta ahorita tienen en espera a 250 familias, pues requieren acondicionar un espacio para las aves, en este proyecto se han invertido 1.7 millones de dólares a nivel global.
También, dijo, apoya a Comedor Santa María ofreciendo alimento a niños de zonas marginadas que se encuentran en la zona de Observatorio, Ciudad de México.
Con una inversión de 500 mil pesos y 11 toneladas de insumos, Cargill se sumó a ese proyecto junto con BAMX.
Las fuentes consultadas coincidieron en que para reducir el hambre es indispensable atacar las desigualdades primero, o de lo contrario no se cumplirá con ese objetivo global.
En el marco del Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre), urgieron al gobierno y a la iniciativa privada a comprometerse con alternativas y planes que beneficien a la población mexicana a largo plazo, dando herramientas para producir alimento y empoderando a las comunidades en su autosuficiencia alimentaria.