El desarrollo de base pretende que por medio de distintas negociaciones e iniciativas, las personas que se encuentran en situación vulnerable mejoren sus condiciones de vida y tengan una participación activa en la sociedad y dichas iniciativas.
A lo largo del tiempo se ha comprobado que la mejor manera de lograrlo no es a través del dinero: anteriormente algunas empresas tenían la idea de hacer donaciones económicas a las comunidades o a ciertos segmentos para desarrollarlos, sin embargo posteriormente se dieron cuenta de que esa no era una solución a largo plazo y mucho menos sostenible.
Debido a que “no existen empresas exitosas en comunidades fracasadas”, cada vez más compañías se han interesado en participar en estrategias conjuntas para el desarrollo integral y sostenible de las comunidades en las que forman parte, ¿pero cuál es la mejor manera de hacerlo?
Primero se requiere conocer a fondo a las comunidades con las que se va a trabajar, pues no se puede llegar a ellas y tratar de imponer modelos o estrategias que no son compatibles con sus costumbres o valores. Es necesario conocer sus necesidades, problemáticas, posibilidades y expectativas, para poder entonces armar un plan funcional.
Una vez que se han identificado las necesidades a resolver, se comienza a crear una estrategia que involucre la participación activa de la comunidad, para que una vez que se eche a andar el proyecto, pueda permanecer en el tiempo sin depender del apoyo externo.
Para que se cumpla el requisito de la sostenibilidad se tiene que pensar en la asesoría y capacitación para la comunidad con el objetivo de fortalecer sus habilidades, generar nuevas y empoderar a todos los participantes. Con esta nueva mentalidad, es posible que surjan más proyectos que beneficien a la misma.
Los retos son grandes, pues se trata de fomentar nuevos hábitos, y fortalecer los lazos de confianza; tareas cuyos resultados se reflejan a largo plazo.
Desde 2002, con el apoyo de Fundación Interamericana se creó RedEAmérica, una red conformada por empresas y fundaciones empresariales que buscan promover comunidades sostenibles por medio de un enfoque de desarrollo de base.
Al día de hoy, esta red cuenta con 80 organizaciones de 11 países de América Latina. En México 16 empresas y fundaciones conforman el Nodo Mexicano, representado por Martha Herrera, directora de Responsabilidad Social de CEMEX.
Recientemente en el foro “El sector empresarial, un aliado para construir comunidades sostenibles” Martha Herrera presentó los avances y resultados de la red en México.
En los últimos dos años se organizaron algunos foros tanto nacionales como internacionales, se obtuvieron financiamientos para la coinversión de proyectos locales y para la identificación de alianzas potenciales.
La red en México se enfocó en trabajar tres aspectos: primero el desarrollo de capacidades, segundo el posicionamiento y consolidación de la red, y finalmente la relación que existe entre las comunidades y las empresas que integran el equipo.
Además, durante el último año se ha trabajado en la realización de un mapeo de las mejores prácticas en el tema de desarrollo de base, que tiene el objetivo de medir los avances, conocer los actores y saber qué es lo que hace falta para mejorar las iniciativas y lograr un mayor impacto.
Sin duda aún hay mucho por hacer, y el trabajo y compromiso de las organizaciones que integran esta red, como CEMEX, ADO o Fundación Merced, es fundamental para el desarrollo de comunidades y para motivar a que cada vez más empresas se unan a este movimiento.