Por Antonio Tamayo Neyra
Si bien es cierto que se vive en una cultura que exalta el individualismo en todos los ámbitos de la vida humana, también es cierto que existe otra cultura que fomenta la relación en todas sus expresiones.
En el mundo de los negocios en donde se vive con mayor intensidad la competencia, se ha venido demostrando reiteradamente que una mejor forma para estar preparado para enfrentarla es a través de una mejor relación con los proveedores y clientes. Pero esa mejor relación no se queda solamente en el estrecho conducto de los negocios, se requiere ir más allá.
En los últimos años se ha venido viendo con mayor intensidad un crecimiento en esa relación cliente-proveedor, en la que ambas partes se percatan que es necesaria mejorarla o incrementarla en beneficio de ambas partes, abandonando en diversos grados esa mentalidad individualista o de aislamiento en donde la organización se califica como autosuficiente, y es a quien ella deben de buscar tanto sus potenciales proveedores y clientes.
Esta mentalidad de trabajar de manera cooperativa y unida lleva consigo la idea de crear y/o desarrollar una cadena de proveeduría, que eventualmente alcance al proveedor del proveedor por un lado, y por otro, al cliente del cliente.
Esta cadena involucra la responsabilidad social, aspecto que si bien inicialmente no se consideraba, ahora ya es una parte importante en la relación de negocios. Esto dicho es considerado en las auditorias que se realizan sobre este tema, en donde se investiga que tanta se atiende por parte de los proveedores su responsabilidad con sus grupos de interés internos y externos.
Si bien lo antes dicho no es ninguna novedad para las empresas que han sido ya auditadas, considero que viendo esto en perspectiva, está provocando un efecto contagio por un lado, y por otro, el darse cuenta que es mejor para ambas partes (cliente-proveedor), el trabajar y colaborar juntos no solamente en el aspecto del negocio como puede ser precio o calidad, sino también en los criterios o mentalidades en la forma de ser y actuar de la organización con sus grupos de interés.
Empresas que consideran a la ética en su manera de hacer negocios, que si bien en su inicio solamente lo hagan para lograr un proveedor o cliente específico, con el tiempo se van percatando que esa forma de actuar les puede incrementar su valor social, aspecto que cada vez va adquiriendo mayor importancia.
De continuar este encadenamiento en el largo plazo, es posible que veamos redes de negocios que tengan a la responsabilidad social como un factor esencial en su integración y que les dé una mayor solidez; redes que se preocupen por la sustentabilidad en todos sus aspectos, y por lo tanto sean un elemento básico en las sociedades donde se encuentran, gestando en estas últimas una conciencia de la importancia del valor social.
Hay que fomentar esta interrelación y contrarrestar ese individualismo que se presenta también en el aspecto político que únicamente fomenta un hedonismo en su peor acepción.
Seguiremos platicando …
Antonio Rey Tamayo Neyra
Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. Desde 1991 colabora en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de colaborar en otros medios. Desde el 2002 involucrado en la Responsabilidad Social, escribiendo y realizando proyectos editoriales de este tema, y además documentando las actividades de las empresas (tipo caso) También es profesor de posgrado e imparte capacitación en relacionales laborales. Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; su preparación profesional posterior incluye un Diplomado en Responsabilidad Social en el Tecnológico de Monterrey, y un Curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña. Actualmente estudia la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña.