Durante mucho tiempo, los edificios y estructuras que habitamos han sido construcciones silenciosas e insensibles, destinadas a la vivienda, el trabajo y el ocio. Pero, los avances tecnológicos de la Cuarta Revolución Industrial (4RI) permitirán que los edificios participen activamente y gestionen los recursos de manera eficiente.
Los edificios vivientes serán la próxima generación de inmuebles que podrán sentir, pensar y actuar para crear entornos de alta eficiencia energética y capaces de evolucionar con la tecnología futura, de acuerdo con Sustainable Brands.
Inteligentes y sostenibles
Debido a que la infraestructura representa casi el 50% de las emisiones globales anuales de CO2 y el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) —tan solo en los EE.UU.—, las soluciones modernas para reducir el uso de energía son de suma importancia.
Muchas construcciones corporativas han estado ocupadas por años y ahora es el momento de aplicar soluciones 4IR para crear «edificios vivos» que pueden adaptarse a las exigencias del mañana.
¿Qué es un edificio viviente?
Un edificio vivo puede «sentir» a través de la recopilación y el análisis exhaustivos de datos sobre las innumerables actividades que suceden dentro de sus espacios. Puede «pensar» comparando condiciones en tiempo real con cifras históricas y modelos predictivos, lo que luego le da la capacidad de «actuar» sobre la información.
La infraestructura de este tipo agiliza las operaciones y ayuda a los ocupantes a sentirse más cómodos y en control de su entorno. Ciertamente, que los edificios vivientes puedan tomar la «dirección» de sus habitantes a través de una interfaz no es nada nuevo.
Un termostato o un interruptor de luz responden a la entrada directa de un ser humano, pero esto no cruza el umbral para calificar como pensamiento. Incluso, un termostato que ha sido programado para activarse si la temperatura sube a un cierto nivel puede ‘sentir’ su entorno, aunque no podrá hacer ajustes estacionales sin la participación adicional de personas.
Cabe señalar que la capacidad de reconocer modificaciones en el ambiente interior y exterior y tomar medidas requiere de una combinación de software y hardware que trabajen juntos, siendo el primero el cerebro y el segundo, los numerosos sensores y mecanismos que interactúan con el mundo físico que forman el cuerpo.
Edificios vivientes para el futuro sustentable
Los interruptores de luz son solo una interfaz común para ajustar la apariencia y el ambiente de un espacio construido. Sin embargo, a medida que avanzamos hacia los inmuebles, la iluminación adquiere un papel aún más importante, gracias a su gran potencial para impactar en el uso de energía.
En este sentido, los lugares con iluminación que se conectan a varios sensores y con conectividad inalámbrica pueden eficientar el rendimiento general de un edificio. Se ha demostrado que este tipo de detectores multifuncionales, que ajustan automáticamente la iluminación, ahorran hasta un 35% de los costos de energía en edificios comerciales y residenciales.
Además, si el sistema de iluminación se integra en las cubiertas de las ventanas, la eficiencia energética sigue incrementando. Los edificios, que aprovechan la luz natural, atenúan las luces del techo y abren las cortinas durante el día, podrían generar un ahorro anual de hasta un 30% en comparación con los que no emplean este recurso.
Ahorro de energía y comodidad
La comodidad de los ocupantes se debe tener en cuenta para lograr un ahorro de energía aún mayor, cuando un entorno conectado automatiza las actividades para los sistemas de aire acondicionado industrial.
Los revestimientos de ventanas pueden desempeñar un papel importante en la reducción de la pérdida de energía al ayudar a mantener una temperatura agradable, dependiendo de la época del año.
Por lo que para obtener la máxima eficiencia de las operaciones y crear conexiones más profundas y personales con los usuarios, los edificios vivos deben contar con paneles fáciles de gestionar que rastreen la energía en tiempo real. Finalmente, si más espacios se vuelven así de dinámicos, incluso los existentes, podrían contribuir a reducir nuestra huella de carbono colectiva.
