Dentro de la mitología, las sirenas son representadas como criaturas submarinas mitad peces y mitad humanas, quienes, regularmente, con hermosas canciones hacían que los marineros estrellaran sus barcos contra las rocas y se hundieran. Pero, esa terrible fama no aplica para Merle Liivand, que busca ayudar al mundo.
De acuerdo con The Guardian, la mujer —nombrada por sí misma como una «eco-sirena»—, nadó portando una aleta, en aguas agitadas frente a la costa de Miami, para llevar un mensaje sobre la importancia de la sostenibilidad de los ecosistemas marinos.
Océanos sotenibles
Vivimos en un planeta azul, rodeados del 70% de agua. Los océanos alimentan y regulan nuestro clima, además de generar la mayor parte del oxígeno que respiramos. También son parte de la economía mundial, en sectores que van desde la pesca y transporte marítimo internacional hasta el turismo. Aún así, actualmente las regiones costeras enfrentan una amenaza sin precedentes debido a la actividad humana.
Se estima que cada año, 8 millones de toneladas de desechos plásticos terminan en los mares del mundo. Aunado a ello, el cambio climático está dañando los arrecifes de coral y otros hábitats clave. Promover la protección y la gestión sostenible de los recursos marinos es asegurar el equilibrio entre la vida humana y muchos aspectos naturales.
Por este motivo, la nadadora y conocida eco-sirena, Merle Liivand, ha convertido su cuerpo y nado en un llamado a la conciencia y acción de la responsabilidad compartida en el cuidado y protección vital de las aguas saladas.
Eco-sirena llama al cuidado de los océanos
Para darle más emotividad a su mensaje, la eco-sirena se dispuso a usar sus pies, estableciendo un nuevo récord mundial al completar un nado de 26.22 millas en estilo monoaleta, en el que no pudo usar sus brazos, solo las piernas, que estaban atadas en la aleta de cola con forma de sirena.
«Nadar con la monoaleta sin usar los brazos es similar a cómo nadan los delfines y los animales marinos».
Merle Liivand, nadadora.
Lo conseguido por Liivand, no solo fue solo un logro atlético, sino también ambiental. Ya que al nadar con una sola aleta, idea propia de la eco-sirena, también imitó la lucha que enfrentan los animales marinos que se enredan en bolsas de plástico arrojadas al agua por los contaminadores.
Durante su recorrido, la nadadora recogió toda la basura que vio y la entregó a un amigo que la siguió en un kayak.
«Es injusto que hayamos llegado al punto de que los peces, los delfines y las tortugas están rodeados de plástico que termina en sus estómagos».
Merle Liivand, nadadora.
La eco-sirena narró a The Guardian que decidió tomar esta causa ya que, durante su preparación en nado de larga distancia en aguas abiertas, estuvo a punto de ingerir algunos microplásticos. Lo que le hizo notar la pandemia de desechos que están sufriendo los mares.