La adolescente paquistaní Malala recibió el miércoles en Oslo el Premio Nobel de la Paz, convirtiéndose a sus 17 años en la más joven laureada de este prestigioso galardón, que compartió con el activista indio Kailash Satyarthi, figura de la lucha contra el trabajo infantil.
«Voy a seguir con esta lucha hasta que vea que todos los niños pueden ir a la escuela», dijo Malala, una defensora del derecho a la educación de las mujeres convertida en símbolo mundial, tras sobrevivir milagrosamente a un ataque armado de los talibanes en 2012.
El 9 de octubre de 2012, los talibanes interceptaron su bus escolar en su valle natal de Swat y le dispararon una balazo en la cabeza, tras acusarla de profanar el islam.
«Una joven y un hombre algo mayor, una paquistaní y un indio, una musulmana y un hindú, ambos símbolos de lo que este mundo necesita: más unidad, fraternidad entre naciones», dijo el presidente del comité Nobel, Thorbjoern Jagland, antes de entregar los premios en la alcaldía de Oslo.
Malala ya ha recibido varias distinciones, ha sido invitada a la Casa Blanca, al palacio de Buckingham o en el estrado de la ONU, ha escrito su autobiografía y ha recibido múltiples recompensas.
El martes antes de la ceremonia, la adolescente dijo que no quería dormirse en los laureles, y afirmó que desea convertirse en Primera Ministra de Pakistán.
«Si puedo servir a mi país de la mejor forma a través de la política convirtiéndome en Primera Ministra, entonces definitivamente elegiría eso», dijo a la cadena BBC.
En el mundo, 57.8 millones de menores sin escolarizar necesitan voces que los defiendan, en especial los 30.6 millones que son niñas.
«Mi sueño es que mi país se convierta en un país desarrollado y que todos los niños reciban una educación», afirmó.
Contra el trabajo infantil
Minutos después de que Malala recibiera su premio, un hombre con una bandera mexicana intentó llegar hasta ella, pero fue detenido por agentes de seguridad.
Por primera vez desde el intento de asesinato, el uniforme escolar que llevaba cuando sucedió el atentado será expuesto, con las manchas de sangre, en el centro Nobel de Oslo esta semana.
Dos compañeras de clase que también resultaron heridas en el atentado viajaron para asistir a la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz, que como es habitual, se celebra en el ayuntamiento de Oslo en presencia del rey Harald de Noruega.
Menos conocido por el gran público, el indio Satyarthi lucha desde 1980 para sacar a los miles de niños indios que trabajan en fábricas, en régimen de cuasi esclavitud.
«Me niego a aceptar que el mundo sea demasiado pobre (para escolarizar a los niños), cuando una sola semana de gastos militares mundiales bastaría para poner a todos nuestros hijos en la clase», dijo Satyarthi.
«Cuando un solo niño corre peligro, todo el mundo corre peligro. Cuando un niño no puede tener acceso a la educación es todo el mundo el que carece de luz, en mi opinión», afirmó este hombre discreto pero jovial, de 60 años, en la rueda de prensa junto a Malala.
Su organización, Bachpan Bachao Andolan (Movimiento para salvar a la infancia) asegura haber liberado a unos 80 mil niños que trabajaban en fábricas y talleres.
Aunque el número de niños que trabajan en el mundo ha bajado en una tercera parte desde 2000, aún son 168 millones según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Los otros premios Nobel serán entregados un poco más tarde en Estocolmo. Todos ellos recibirán una medalla de oro, un diploma y un cheque de 8 millones de coronas suecas (1.06 millones de dólares).o en una tercera parte desde 2000, aún son 168 millones según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Los otros premios Nobel serán entregados un poco más tarde en Estocolmo. Todos ellos recibirán una medalla de oro, un diploma y un cheque de 8 millones de coronas suecas (1.06 millones de dólares).
Fuente: Reforma