«No importa si es por cultura o negocio, lo que importa es que se empiece a ver el reciclaje como algo cotidiano»: funcionario.
Papel, vidrio, plástico, pet, aluminio, cartón son desechos fácilmente ubicables en el entorno diario sea en el hogar, la oficina, en el sitio de recreo o de trabajo y su correcta separación constituye parte de una cultura de protección al ambiente aunque, para muchos, es fuente de ingresos que complementa o constituye la base de su economía.
Contribuir a la conservación del medio ambiente, recuperar materia prima, producir nuevos artículos, generar empleos, ingresos económicos e incluso energía eléctrica, son algunos de los beneficios que conlleva el adecuado manejo de basura y la cultura del reciclaje.
El presidente de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (Anipac), Luis Gerardo Álvarez Espinoza, explicó que el reciclaje además de ser un proceso amigable con el medio ambiente es sustentable.
Aprovechar los recursos disponibles y maximizarlos “sin comprometer nuestras reservas futuras es lo que cuenta, no importa si es por cultura o negocio, lo que importa es que se empiece a ver el reciclaje como algo cotidiano”, válido y viable, expuso el dirigente sectorial.
La industria del reciclaje es fuente importante de ingresos para una extensa cadena productiva, desde aquellas personas que realizan el acopio hasta las empresas que venden la materia prima derivada de los productos reciclables.
Sin embargo, la carencia de un esquema fiscal que dé certeza a las compras de residuos propicia que millones de pesos salgan del país, principalmente con dirección al continente Asiático, para regresar en una gran variedad de productos terminados que son consumidos por los mexicanos.
“Hay gente que dice ‘qué bueno que se estén llevando basura’”, pero si los asiáticos están dispuestos a pagar es porque tienen valor para la industria, que pudieran aprovecharse en México como materia prima, para la generación de empleos y de riqueza que el país necesita, señaló.
El presidente de la sección de Recicladores de la Anipac, Carlos Saldate Paton coincidió, en entrevista por separado, en la necesidad de un reforma fiscal porque el actual régimen no les permite deducir el gasto por la compra de “basura” para su reutilización.
A falta de este esquema la inversión privada se aleja, y sólo en 2011 dejaron de ingresar al país inversiones por unos cinco millones de dólares, que servirían para la apertura de plantas y dar salida a las mil 200 toneladas de residuos plásticos que se generan a diario y que hasta hoy se van a la basura.
Tan solo en el Distrito Federal, abundó Saldate Paton, se requieren inversiones por alrededor de 400 millones de pesos, suficientes para instalar unas 10 plantas recicladoras donde podrían procesarse las 400 mil toneladas anuales de PET (tereftalato de polietileno, con el que se fabrican bolsas de supermercado y los envases de agua y refrescos) que ahora se exportan y después son importadas como ropa, zapatos y artículos decorativos.
De acuerdo con la Anipac, además de los recursos económicos por la cadena productiva, resulta preocupante la conservación del medio ambiente, ya que reutilizar los materiales reciclables lleva a reducir en forma considerable la emisión de carbono y de gas metano.
Moisés García Rodríguez es propietario de una bodega, en una superficie de unos 30 metros cuadrados acopia desde hace dos años y medio material reciclable. Ahí recibe cada día a unas 30 personas que llegan a venderle cartón, pet, papel, aluminio, y hasta pilas. Revisa los productos, los pesa y paga de acuerdo con su propia tabla de precios.
Por un kilogramo de PET entrega tres pesos; el de cartón, papel de revista y periódico a 1.40 pesos; la lata de aluminio o refresco a 17 pesos (unas 67 completan un kilo), y la lata de comida a un peso por kilogramo.
“Los que nos beneficiamos del reciclaje somos muchos, entre recolectores (pepenadores), compradores fijos como yo, vendedores ocasionales como algunos clientes, transportadores y empresas recicladoras, vemos el negocio en la basura que la gente tira”, dijo en entrevista.
“La chatarra también es un buen negocio, pero eso se da especialmente en el norte (del país). Con esta se hacen tubos, y varillas. Las personas creen que todo lo que desechan es basura pero no, todo tiene un precio”, y es el caso del papel que se desecha en oficinas, que puede transformarse en servilletas, papel higiénico, para fotocopiadoras, entre otros.
“Todo se puede volver a utilizar después de su debido proceso. Por ejemplo, con el vidrio molido se pueden elaborar botellas, vasos, jarros, vidriería en general”, explicó Moisés García, quien lamentó que en el país no haya una cultura del reciclaje, más cuando “un poco de dinero extra no le caerá nada mal a nadie”.
Moisés inició su negocio a propuesta de un primo quien después de haber sido deportado de Estados Unidos decidió abrir en Chihuahua un local de acopio “a él le llega más chatarra, allá hay mucho fierro”.
Por cada tonelada de papel que se recicla se salvan 17 árboles, se ahorran 28 mil litros de agua, sin contar la energía que se gasta para su producción, de acuerdo con la página electrónica biodegradable.com.mx. Por tanto, reciclar redunda en ahorros energético, de agua, de materias primas, tiempo, dinero y cuidado ambiental que se reflejará en el futuro.
Cada familia mexicana genera en promedio un metro cúbico de basura al mes, entre papel, cartón, vidrio, metal, plásticos y materia orgánica; si separa la basura en forma adecuada será posible reducir hasta 80 por ciento el espacio, además de que obtendría ingresos económicos adicionales.
Reciclar el papel no es difícil. El material recolectado y empacado se envía a fábricas, ahí es revisado, debe estar seco y sin moho. Pasa a un molino donde se combina con agua para extraer la fibra; la mezcla pasa por coladeras industriales y luego por rodillos que alisan la pasta hasta formar hojas listas para comercializarse.
En el caso del vidrio, reciclar un frasco significa ahorrar energía suficiente para alimentar un foco de 100 watts por cuatro horas, y la mayoría de los productos son reciclables, aunque lo recomendable es no mezclarlos (vasos, ventanas, espejos, cristal de mesa o automotriz)
Producir latas con aluminio reciclado reduciría en 95 por ciento la contaminación del aire ocasionada por su producción, de acuerdo con la misma fuente. El aluminio es el metal más ligero y tiene miles de usos industriales, médicos y en la construcción, y por su maleabilidad y características es apto para envasar bebidas y alimentos.
Estos productos solo son un ejemplo de muchos susceptibles de reciclaje. Cartón, PET, plástico, latas (de comida o refresco), libros, chatarra, papel, metales, pilas, celulares, aparatos electrónicos, madera, son otros más que pueden alargar su vida útil transformarlos en materias primas para nuevos productos.
El reciclaje es sustentable, es cultura, es negocio, es educación. La “basura” es opción de crecimiento, de ingresos económicos, de desarrollo, y su correcto manejo un beneficio para el entorno ambiental.
Fuente: jornada.unam.mx
Publicada: 28 de Julio de 2012