Por Emilio Guerra Díaz
El periódico Excélsior publicó un artículo (7 de diciembre 2014) que habla acerca del voluntariado que realizan las personas de la tercera edad en España. Es frecuente que distintos medios de comunicación cuando desean difundir información sobre el voluntariado en México acudan a fuentes externas aunque hay suficientes datos e historias para nuestro país.
El artículo “Mayores preparados para el voluntariado” anota con certeza que “según una investigación elaborada en la Universidad de British Columbia, el trabajo voluntario beneficia a la salud cardiovascular, algo que no es de extrañar, pues está comprobado que los mayores que se dedican a las diferentes actividades de voluntariado recuperan energía física y olvidan durante un rato las limitaciones de la edad”.
Luego de disertar sobre algunos riesgos de incorporar a adultos mayores al voluntariado, el artículo escrito por María Milán García señala que la manera adecuada para evitar ciertos riesgos es apoyarse en la formación de los cuadros voluntarios, lo cual desde en efecto tiene razón. La pregunta es quién capacita efectivamente a voluntarios en México para su adecuada incorporación a una organización sin fines de lucro, lo cual nos hace reflexionar en la propia experiencia.
Hace algunos años como producto de un Diplomado sobre Voluntariado en México impulsado por la Junior League y mujeres muy comprometidas como Susana Barnetche, María Eugenia Ramírez España, Jackie Butcher, Clorinda Romo, Samira Moddad, entre otras, el cual se llevó a cabo en la Universidad Iberoamericana y dio paso a la creación de la Asociación Mexicana de Voluntarios (AMEVAC), con una intensa actividad.
En esos días yo colaboraba en el Centro Mexicano para la Filantropía y compartíamos la sede de Mazatlán, en la colonia Condesa. Ahí se impartieron distintos cursos, recuerdo en particular uno: “Cómo ser un voluntario profesional”. Una de las tesis que daban vida a ese curso taller, era el interés de formar a personas para que se desempeñasen adecuadamente como voluntarios en una organización sin fines de lucro.
En ese entonces, como ahora, me saltaba la inquietud de definir qué era primero, ¿El huevo o la gallina?, en referencia a que se preparaban personas pero las organizaciones filantrópicas no los incorporaban porque veían un gran reto, además persistía el problema de gerenciamiento, el administrar un recurso voluntario. En este caso, en el juego del huevo o la gallina, he resuelto identificarme con la idea de que primero se hace necesario crear la demanda dentro de las organizaciones a partir de sus necesidades para luego acercar a personas que estén interesadas en participar, sean jóvenes o adultos mayores con formación, entrenamiento y capacitación para que den lo mejor de sí mismas en su servicio voluntario.
De otra manera, resulta difícil formar personas para que no sean recibidas porque no hay ofertas de servicio voluntario adecuadas. Pero hay otro problema: Sucede que a menudo, las organizaciones cuando quieren convocar voluntarios “pierden el piso” y quieren a pocas personas como voluntarios que realicen un sinnúmero de actividades que demandan gran tiempo y faenas que, ni los miembros del equipo que reciben una remuneración económica por sus servicios estarían dispuestos a hacer.
Dentro de aquellas malas prácticas, organizaciones con esa mentalidad, no ven el problema en si mismas y culpabilizan al medio social por no contar con una cultura de voluntariado que les “lleve automáticamente” a personas a brindar servicio. Cuando convocan a voluntarios piden “personas comprometidas”, “que se pongan la camiseta”, “que no los vayan a dejar colgados”, pero en realidad primero se necesita poner la casa en orden.
En los cursos que damos para un manejo adecuado de un grupo voluntario, ya sea mediante la Alianza Mexicana de Voluntariado o la Fundación Merced, con frecuencia me preguntan si existe alguna “fórmula mágica” para sumar voluntarios. Les contesto que sí, desde luego que la hay. Prometa mantenerlo en secreto y sea un poco egoísta, no lo comparta con nadie, es muy sencillo. De acuerdo a las necesidades de la organización determine qué actividades pueden realizar los voluntarios. Es condición de que aquellas sean sencillas, sólo parte de un proceso. No pida al voluntario o no lo haga responsable de todo un proceso.
La persona voluntaria que alcanza metas sencillas, se “engancha” porque se siente útil, comprende su aporte y desarrolla su compromiso. Por sí misma pedirá más actividades y dispondrá más de su tiempo para el servicio voluntario. Su involucramiento es gradual, no de golpe. Hasta aquí nuestro secreto.
Hoy, las cosas han cambiado respecto a la convocatoria de voluntarios. Hace algunos años la Asociación Mexicana de Voluntarios desapareció, pero centenas de voluntarios continúan prestando servicio. Aquella asociación fue sustituida por la Alianza Mexicana de Voluntariado, un gran aliado para cualquier organización que desee profesionalizar a sus grupos voluntarios, pero como lo señalamos, esa tarea empieza primero en casa. Primeramente profesionalice a su coordinación de voluntariado para lograr los resultados que espera.
Finalmente, la Alianza Mexicana de Voluntariado desea que el próximo sea un año de oportunidades para desarrollar el servicio voluntario en México. Cuentan con nosotros para tal fin.
Emilio Guerra Díaz
Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.
¡Excelente aportación Emilio! y totalmente de acuerdo en que el voluntariado debe tener un mayor desarrollo y capacidad de gerencia para que, a través de la acción voluntaria, la gente se involucre a las causas y seamos más «agentes de cambio» que quieren hacer más de esto que sin duda, nos regala muchos beneficios físicos y mentales.