Durante los últimos años el nombre de los Redskins de Washington ha provocado una gran cantidad de críticas y protestas contra el equipo norteamericano por ser considerado racista y despectivo contra los estadounidenses nativos.
A pesar de que esta palabra no tiene un origen ofensivo, sino que refiere a forma en la que los miembros de algunas tribus coloreaban sus rostros en el siglo XVII, el término ha adquirido un carácter insultante con el paso del tiempo debido a la violencia y discriminación a la que se encuentran sujetos estos grupos sociales.
En medio de los crecientes esfuerzos sociales por evitar el lenguaje agresivo dentro de las expresiones cotidianas, distintas organizaciones y grupos sociales han apelado a ese carácter discriminatorio para emprender innumerables campañas con el objetivo de que el equipo norteamericano cambie el nombre que lo identifica desde 1937.
Atravesar por un proceso de rebranding le costaría a los Redskins aproximadamente 15 millones de dólares por la nueva imagen, más los gastos de modificación en el estadio y una adecuada campaña para posicionar un nuevo nombre, una misión nada fácil al tratarse de una marca con tantos años de historia y enormes filas de seguidores de todas las generaciones, por lo que Dan Snyder había asegurado que dicho cambio nunca sucedería.
Ahora, tras los esfuerzos fallidos por reivindicarse, La oficina de patentes estadounidense ha cancelado a los Redskins el registro de su marca debido a que «menos precia a los nativos norteamericanos; ya que la ley federal de marcas no permite el registro de nombres que menosprecien a grupos o marcas ofensivas de ningún tipo.
Esta decisión no obliga al equipo a modificar su nombre, ni a dejar de comercializar productos con su imagen, sin embargo limita sus alternativas legales contra quienes explotan esta marca con fines de lucro fuera de la NFL. ¿Será suficiente para ejercer presión a favor de una nueva marca?
