Un análisis publicado por Oxfam estima que ha habido una reducción de impuestos a los ricos en los países que conforman el G20. Puesto que han visto caer sus tasas impositivas máximas sobre la renta en aproximadamente un tercio en las últimas décadas, una tendencia que el grupo atribuyó a la «guerra contra una tributación justa» que lleva años librando las élites políticas y económicas.
Además, el grupo humanitario y de lucha contra la pobreza señaló que en Brasil, Estados Unidos, el Reino Unido, Francia e Italia, los mega ricos pagan una tasa impositiva efectiva más baja que el trabajador promedio después de años de recortes regresivos en todo el G20, hogar de la mayoría de los multimillonarios del mundo.
¿Por qué hubo una reducción de impuestos a los ricos?
En 1980, dijo Oxfam, la tasa impositiva marginal máxima promedio en los países del G20 era del 59,5%. Para 2022, la tasa máxima se había reducido al 40,4%, una caída del 32%. Mientras que en Estados Unidos, bajo las administraciones de Bush y Trump, la reducción de impuestos a los ricos agregó aproximadamente 10 billones de dólares a la deuda nacional.
El 1% más rico de los países del G20 generó colectivamente más de 18 billones de dólares en ingresos en 2022.
«Los países están poniendo cada vez más dinero y poder en manos de una pequeña élite que alimenta la desigualdad», dijo el martes en un comunicado Katy Chakrabortty, jefa de políticas y promoción de Oxfam. «A medida que los ministros de finanzas de las economías más grandes del mundo se reúnan esta semana, la atención debería centrarse en acordar políticas que cierren la brecha entre los más ricos y el resto; eso significa impuestos más justos y apoyo para todos».
Katia Maia, directora ejecutiva de Oxfam Brasil, dijo que la «guerra global contra una fiscalidad justa ha coincidido con una guerra contra la democracia, poniendo más dinero y poder en manos de una pequeña élite que alimenta la desigualdad».
«Un sistema fiscal justo puede frenar la desigualdad y fomentar sociedades más saludables e inclusivas».
Antes de las reuniones en São Paulo, el Ministro de Economía brasileño, Fernando Haddad, dijo que planea presentar una propuesta para contrarrestar la reducción de impuestos a los ricos. «No puedo entrar en detalles todavía», dijo Haddad en una entrevista con el periódico brasileño O Globo, «pero sí confirmo que continuaremos defendiendo la tributación progresiva como objetivo en el G20».
¿Cuánto pagan los ricos?
Oxfam estimó que un impuesto sobre el patrimonio del 5% dirigido a los multimillonarios y multimillonarios de los países del G20 podría recaudar alrededor de 1,5 billones de dólares al año en ingresos, lo que, según el grupo, sería «suficiente para acabar con el hambre mundial y ayudar a los países de ingresos bajos y medios a adaptarse al cambio climático, y volver a encaminar al mundo hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, y aún dejar más de 546 mil millones de dólares para invertir en servicios públicos que eliminen la desigualdad y acción climática en los países del G20».
Actualmente, según Oxfam, solo ocho centavos de cada dólar de ingresos fiscales recaudados en los países del G20 provienen de impuestos sobre la riqueza.
Una encuesta reciente realizada en nombre de Patriotic Millionaires, un grupo de defensa con sede en Estados Unidos que apoya la tributación progresiva, encontró que el 74% de los millonarios en los países del G20 aprueban impuestos más altos sobre la riqueza. La encuesta también mostró que el 70% de los encuestados considera que las concentraciones extremas de riqueza son perjudiciales para la democracia.
«Impuestos más altos para los súper ricos significa poder invertir en las familias trabajadoras, proteger el clima y hacer que servicios públicos importantes como la educación y la atención sanitaria estén disponibles para todos. También significa poder reparar los agujeros en las redes de seguridad social, suavizar la golpe de crisis futuras».
Katia Maia, directora ejecutiva de Oxfam Brasil.
RSE y cumplimiento fiscal
En el contexto de la preocupante disminución de impuestos a los ricos, es esencial examinar el papel de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y el cumplimiento fiscal por parte de las grandes corporaciones. La RSE implica la toma de decisiones éticas y sostenibles que benefician tanto a la empresa como a la sociedad en general. En este sentido, las empresas pueden contribuir significativamente a abordar la desigualdad fiscal al comprometerse con prácticas fiscales justas y transparentes.
Por ello es imperativa la adopción de políticas internas que aseguren el pago equitativo de impuestos, la eliminación de lagunas fiscales y la contribución al bienestar social puede ser una medida proactiva para contrarrestar los efectos negativos de la disminución de impuestos para los más ricos. Además, las empresas que asumen una RSE sólida pueden ejercer presión sobre los gobiernos y otras entidades corporativas para abogar por políticas fiscales más equitativas y sostenibles.
El compromiso genuino con la RSE no solo responde a las demandas éticas y sociales, sino que también contribuye a la construcción de una reputación corporativa sólida y a largo plazo, fortaleciendo las relaciones con los consumidores y la confianza en la comunidad empresarial en general.
Brechas aumentadas por la reducción de impuestos
Asimismo, hay que considerar que la «guerra mundial contra una tributación justa» no solo ha generado una brecha financiera significativa, sino que también ha socavado la capacidad de los países del G20 para financiar servicios esenciales. Por lo tanto, la responsabilidad recae no solo en los gobiernos y las elites políticas, sino también en las grandes corporaciones que, a través de prácticas fiscales éticas y el compromiso con la RSE, pueden desempeñar un papel crucial en la corrección de esta tendencia.
La necesidad de políticas fiscales más justas, apoyadas por la acción colectiva y la colaboración entre gobiernos, empresas y ciudadanos, es imperativa para construir sociedades más equitativas y sostenibles. El llamado es claro: es hora de abordar la desigualdad fiscal de manera integral y restaurar el equilibrio en la contribución de los más ricos al bienestar social global. Solo a través de esfuerzos concertados y la promoción de prácticas fiscales éticas, tanto a nivel gubernamental como empresarial, podemos allanar el camino hacia un futuro más equitativo y sostenible para todos.
