Es bien sabido que la publicidad y propaganda urbanas dañan los inmuebles, los árboles y cualquier otro sustrato citadino que utilicen; esto es debido obviamente a sus métodos de sujeción.
Las calles son el reflejo de la educación de un pueblo y la responsabilidad social por cuidar ese aspecto recae en los ciudadanos, sí, pero también en las autoridades por educarlos y propiciarles soluciones a sus necesidades, aún a las de anunciar.
Es por ello que es placentero mirar estas medidas tomadas en otros países, esperando que puedan servir de modelo al nuestro. Las fotografías de la izquierda corresponden a Barcelona, donde la propaganda electoral se coloca en estas estructuras hechas de cartón (un material reciclable, ¡qué mejor!) para evitar dañar el mobiliaro urbano y/o los árboles. La ejecución se repite en la foto derecha, con una estructura más establecida pero con la misma intención; la imagen es de París.
Ojalá estos espacios pudieran incorporarse a naciones como México, donde las campaña electorales suelen producir toneladas de desperdicios (muchos de ellos no reciclables), además de que lastiman el ya deteriorado paisaje de la ciudad.