Por Katy Rodríguez, coordinadora de Responsabilidad Social de Marsh
Hace tiempo que la responsabilidad social empresarial (RSE) dejó de ser una forma de filantropía realizada exclusivamente por mujeres, para pasar a formar parte transversal de la operación de las empresas en todo el mundo, con equipos interdisciplinarios que dedican recursos económicos, humanos y de tiempo para llevar a cabo esta tarea.
Sin embargo, una mirada general a las áreas de responsabilidad social, al menos de las empresas mexicanas, arroja todavía un número mayor de mujeres en comparación a sus pares masculinos, lo cual da la apariencia de ser un área blanda y femenina. Las razones pueden ser muchas. Una probable explicación puede ser precisamente su origen filantrópico, al ser en un inicio un espacio por el cual se canalizaban iniciativas de carácter puramente caritativas o de asistencia social, las cuales eran lideradas muchas veces por las esposas de los empresarios.
No obstante, actualmente, la responsabilidad social es mucho más que la implementación de programas de ayuda sin fines de lucro, se ha convertido en un área primordial para la operación, que diseña y pone en práctica estrategias de sustentabilidad que ayudan a la empresa a balancear su impacto social, ambiental y económico, con objetivos claros y medibles que pueden ser tanto cuantitativos (aumento en ingresos, disminución de la tasa de rotación, ahorros energéticos, etc.), como cualitativos (engagement del personal, satisfacción del cliente, etc.).
Por todo lo anterior es que la RSE no puede seguir siendo vista sólo como un tema adicional al área de Recursos Humanos o Marketing y que atañe principalmente a las mujeres. Es necesario que tanto hombres como mujeres capacitados trabajen en esta área, comprometidos con una ética empresarial, convencidos de que la única forma correcta de realizar negocios es brindar valor competitivo a la empresa, que a su vez beneficie a los empleados y el entorno en el que se desarrollan.
En la actualidad esta visión es compartida por la mayoría de las empresas que día a día enfrentan el reto de conformar equipos de trabajo enriquecidos por las diferencias personales, culturales y sociales y crear comités de diversidad e inclusión, encargados de garantizar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, la no discriminación en el acceso al empleo, así como la inclusión laboral de grupos minoritarios.
A través de estos comités podemos asegurar que personas de todos los géneros, identidades, áreas y niveles estén involucradas en la planeación y toma de decisión de las iniciativas de responsabilidad social y no sólo un grupo determinado de participantes “élite”. De esta forma afirmamos que la RSE es un tema transversal en la organización, con la misma importancia que otras áreas operativas de cualquier empresa.