El descontento en Japón a causa de los Juegos Olímpicos crece lento pero va tomando fuerza de tsunami.
La diatriba ética es simple: ¿debe la fiesta de deporte más grande de la humanidad llevarse a cabo en un país que enfrenta una situación complicada ante la pandemia?
¿Qué es más importante?, ¿recuperar parte de la inversión, los reflectores y los esfuerzos hechos para estos Juegos o atender las demandas de una sociedad que clama primero por resolver la crisis de salud?
Ninguna razón debería obligar a Tokio a continuar con los Juegos este verano. Existe un imperativo ético para proteger el bienestar de los atletas y del público, y para frenar la propagación de esta pandemia.
Si lo anterior no es 100% posible, entonces ninguna cantidad de dinero ya invertida en los Juegos Olímpicos sería una razón convincente para continuar.
En la nación del sol naciente, un anuncio de periódico a página completa fue desplegado señalando que los japoneses serían «asesinados por la política».
El argumento detrás de esta publicación es que el gobierno los está obligando a soportar la pandemia sin vacunas.
Más de 300.000 personas han firmado una petición pidiendo la cancelación de los Juegos Olímpicos de Tokio.
En medio del tifón social y político que se gesta, el primer ministro Yoshihide Suga ha causado molestia y escepticismo al prometer repetidamente que los Juegos Olímpicos serán seguros.
La pregunta que flota en el aire es: ¿cómo garantizar eso cuando algunos hospitales luchan por encontrar camas para los enfermos y moribundos y el estado de emergencia se extendió a más lugares en el país?
Apenas el 1% del público ha sido completamente vacunado, incluso cuando millones de dosis están sin usar en los congeladores, por falta de personal para administrarlas.
La frustración crece ante la solicitud de Suga de que las personas soporten más medidas de emergencia contra el virus en medio de una planificación acelerada para los Juegos Olímpicos.
El mes pasado, Suga declaró un tercer estado de emergencia en Osaka, el centro del actual aumento de casos de virus, así como en Tokio y otras dos áreas. Este estado de emergencia se ha extendido hasta el 31 de mayo.
“Sin vacuna. Sin medicación. ¿Se supone que debemos luchar con lanzas de bambú? Nos matará la política si las cosas no cambian «, decía el desplegado, que mostraba una ilustración de la de la Segunda Guerra Mundial con niños japoneses practicando para luchar con palos.
El anuncio instaba al público a exigir que el gobierno ponga fin a las medidas de coronavirus mal concebidas. «Nos han engañado. ¿Para qué fue el año pasado?» decía.
La publicación decía también que muchos japoneses se han enfrentado a problemas médicos y financieros con poco apoyo del gobierno, añadiendo que la situación se parece a la de Japón cerca del final de la guerra cuando el gobierno instó a la gente a luchar con palos y movilizó a las colegialas para entrenar.
El anuncio causó revuelo en las redes sociales. Pero también hubo un gran interés público en una sesión del parlamento en la que decenas de legisladores de la oposición le preguntaron a Suga cómo podía garantizar unas Olimpiadas seguras durante un estado de emergencia ampliado.
Suga esquivó repetidamente dar una respuesta directa, diciendo más de una docena de veces que estaba comprometido a realizar los juegos de manera segura y a proteger la vida y la salud de las personas.
Los Juegos Olímpicos solo deberían continuar en 2021 si hay evidencia suficiente que sugiera que se pueden implementar medidas de prevención, contención y mitigación adecuadas para proteger adecuadamente a los miles de atletas y su equipo, a los miles de espectadores y al público en general.
Sin embargo, Suga y su gobierno han enfrentado críticas por ser demasiado lentos y laxos con las medidas contra el virus. Aunque Japón ha logrado mantener su número de casos y muertes por debajo de los de EE. UU. y Europa sin cuarentenas y otras medidas obligatorias, los resultados son peores que en otros lugares de Asia.
Japón también se ha quedado muy atrás en cuanto a vacunaciones. Los funcionarios culpan a la falta de suministros importados de Europa y a la escasez de personal. Aproximadamente 7,6 millones de dosis permanecen sin usar en los congeladores.
En el contexto sin precedentes de albergar los Juegos Olímpicos durante una pandemia, incluso al final de la misma, una condición necesaria debe ser la implementación de medidas que garanticen completamente la salud de todos, aunque todavía no hay una indicación clara de cómo serían estas medidas. A menos que se puedan cumplir estas condiciones, los Juegos Olímpicos probablemente no deberían continuar.