La COP16, celebrada en Cali, Colombia, concluyó recientemente con una mezcla de logros y temas sin resolver. Si bien la cumbre sobre biodiversidad obtuvo algunos avances importantes, varios objetivos cruciales quedaron sin definir. La reunión fue la primera desde el histórico acuerdo de 2022 en Montreal, que estableció el compromiso de detener la pérdida de biodiversidad para 2030 y proteger el 30% de las áreas naturales de la Tierra. Sin embargo, el desarrollo de esta COP16 subraya tanto la urgencia como las barreras que enfrenta la comunidad internacional para proteger la biodiversidad.
Avances en el financiamiento y la inclusión de comunidades indígenas
Uno de los logros más notables de la COP16 fue el acuerdo para implementar un impuesto global sobre los productos desarrollados a partir de información genética de la naturaleza. Este “fondo de Información de Secuencia Digital” (DSI, por sus siglas en inglés) busca canalizar recursos hacia la conservación de la biodiversidad, una necesidad cada vez más urgente dado que muchas de las áreas con alta biodiversidad se encuentran en países con limitados recursos financieros. El fondo será alimentado por contribuciones de empresas que generan ingresos a partir de información genética de especies naturales, como el desarrollo de medicamentos y productos comerciales.
A su vez, otro avance significativo fue la inclusión formal de las comunidades indígenas en el proceso de toma de decisiones dentro de la ONU para la biodiversidad. Esto representa un «momento histórico», como señaló Jennifer Corpuz, negociadora del Foro Internacional Indígena sobre Biodiversidad (IIFB), ya que garantiza una representación permanente de estas comunidades en la negociación de políticas medioambientales. Este reconocimiento formal implica que los pueblos indígenas y las comunidades locales puedan presentar propuestas y abogar por la conservación de sus tierras y prácticas, aumentando la inclusión en las decisiones globales de biodiversidad.
Desacuerdos sobre el financiamiento y sus consecuencias
A pesar de estos logros, uno de los mayores problemas en la COP16 fue la falta de un plan de financiamiento sólido. En la COP15, los países desarrollados se comprometieron a movilizar $200 mil millones anuales para la conservación de la biodiversidad, incluyendo $20 mil millones anuales para apoyar a los países en desarrollo. Sin embargo, esta promesa aún no ha sido cumplida y los países en desarrollo expresaron su frustración en Cali, argumentando que sin recursos financieros suficientes, los objetivos globales de biodiversidad son poco más que “palabras sin respaldo”.
El ministro de Medio Ambiente y Cambio Climático de Sierra Leona, Jiwoh Abdulai, cuestionó por qué los gobiernos son capaces de financiar rápidamente pandemias o conflictos bélicos, pero no la preservación de la biodiversidad, a pesar de que la crisis ambiental representa una amenaza existencial. Además, algunos países en desarrollo, encabezados por Brasil y varias naciones africanas, demandaron la creación de un nuevo mecanismo financiero para la biodiversidad que esté separado del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), ya que consideran que acceder a los fondos del GEF es complejo y favorece a los países más ricos.
La falta de una estructura de monitoreo
Un problema significativo de la COP16 fue la falta de un marco acordado para monitorear el progreso hacia los objetivos de biodiversidad para esta década. En 2022, la COP15 acordó 23 metas y cuatro objetivos globales para frenar la pérdida de biodiversidad, pero en esta cumbre no se llegó a un consenso sobre cómo rastrear oficialmente el progreso hacia estas metas. La ausencia de un sistema de monitoreo uniforme dificulta la evaluación del avance de los países en el cumplimiento de sus compromisos, lo que ha sido uno de los factores que históricamente ha afectado la efectividad de estos acuerdos globales.
Algunos expertos han señalado que esta falta de claridad y responsabilidad sobre los objetivos crea el riesgo de que se repitan los mismos errores del pasado, en los que los objetivos medioambientales no se cumplieron. “El mundo no tiene tiempo para el ‘business as usual’”, comentó Brian O’Donnell, director de la Campaña por la Naturaleza, quien destacó que los objetivos acordados en Montreal todavía se sienten como promesas vacías debido a la falta de recursos y mecanismos de supervisión.
El mundo no tiene tiempo para el ‘business as usual
Brian O’Donnell
Liderazgo ausente y críticas de la sociedad civil
La falta de liderazgo de algunas de las economías más grandes del mundo también fue motivo de preocupación. Países como la Unión Europea, Francia, Canadá y Japón, que tradicionalmente han jugado un papel crucial en los acuerdos de biodiversidad, mostraron una participación limitada. Oscar Soria, director de la organización de investigación Common Initiative, calificó la actuación de estos países como insuficiente y destacó la falta de compromiso de algunos líderes.
Por otro lado, las ONG y los defensores de la biodiversidad expresaron su decepción ante lo que consideran una falta de urgencia en la cumbre. Catherine Weller, directora de políticas globales en Fauna & Flora, comentó que a pesar del avance en la creación del fondo de DSI, no se han logrado los avances necesarios para enfrentar la crisis de biodiversidad, subrayando la urgencia de movilizar financiamiento a gran escala para la restauración de la naturaleza.
La necesidad de soluciones a largo plazo
A pesar de los logros obtenidos, el balance general de la COP16 destaca la complejidad de alcanzar acuerdos efectivos para la conservación de la biodiversidad. Los avances en financiamiento y en representación indígena son pasos positivos, pero la falta de un sistema de monitoreo claro y un compromiso firme de financiamiento sigue siendo una barrera crítica.
La crisis ambiental requiere de soluciones a largo plazo y compromisos financieros reales, tanto de los países desarrollados como de los emergentes. La comunidad internacional debe priorizar la biodiversidad, no solo como una cuestión de conservación, sino como una necesidad crítica para la supervivencia de los ecosistemas y la salud de las economías locales que dependen de ellos. La COP16 ha demostrado que, si bien hay un creciente reconocimiento de estos problemas, el camino hacia una acción ambiental coordinada y efectiva sigue siendo largo.
En conclusión, la COP16 dejó claro que los retos de la biodiversidad son urgentes y complejos. Los países deberán buscar soluciones innovadoras y cumplir sus compromisos de financiamiento para asegurar que los acuerdos de biodiversidad no se queden en promesas.