Milk (EU, 2008) es la película más convencional que ha dirigido el cineasta indie Gus van Sant, desde el amable melodrama de crecimiento juvenil Descubriendo a Forrester (2000). No hay nada en la trama escrita por Dustin Lance Black que se desvíe de cualquier biopic tradicional con héroe admirable en ristre.
Es decir, somos testigos del despertar de nuestro héroe, de su terca y decidida lucha, de su apoteósico triunfo y de su fatalista martirio, que hasta él mismo esperaba. El biografiado ejemplar es Harvey Milk, el primer ciudadano gay salido del clóset que fue electo como funcionario público en Estados Unidos, en concreto como uno de los «supervisores» -el equivalente del regidor de nuestros ayuntamientos mexicanos- de la ciudad de San Francisco. Es cierto, insisto, que Van Sant no se desvía un ápice del género fílmico-biográfico.
Reforma, Cultura, p. 22