Las inundaciones que afectaron grandes extensiones de Estados Unidos fueron seguidas por un diluvio en Paquistán que ha trastocado la vida de 20 millones de personas.
Las olas de calor veraniego cocieron al este de EU, partes de África y el este de Asia, y sobre todo Rusia, que perdió millones de hectáreas de trigo y miles de vidas en una sequía peor que cualquier otra de la que se tenga registro.
Aparentemente sin relación alguna entre sí, estos desastres alejados están reactivando la interrogante de si el calentamiento global hoy causa más climas extremosos.
La respuesta colectiva de la comunidad científica puede resumirse en una sola palabra: probablemente.
«El clima está cambiando», dijo Jay Lawrimore, jefe de análisis del clima en el Centro Nacional de Datos Climáticos, en Asheville, Carolina del Norte. «Están ocurriendo eventos extremos con mayor frecuencia y, en muchos casos, con mayor intensidad».
Lawrimore describió al calor excesivo, en particular, como «consistente con nuestra comprensión de cómo responde el clima a los crecientes gases de efecto invernadero».
La teoría sugiere que un mundo que se calienta como resultado de esos gases presentará tormentas más fuertes, nevadas más abundantes, sequías más severas y olas de calor sin precedentes. Los científicos y reportes gubernamentales señalan que gran parte de esto ya empieza a suceder.
Sin embargo, los promedios no necesariamente hacen más fácil vincular acontecimientos específicos con el cambio climático. Los científicos, en su mayoría, se muestran reacios a llegar a ese extremo, al señalar que el clima se caracterizaba por una excepcional variabilidad mucho antes de que los humanos empezaran a quemar combustibles fósiles.
«Si me preguntan, como persona, que si creo que la ola de calor rusa tiene que ver con el cambio climático, la respuesta es sí», dijo Gavin Schmidt, investigador climático en la NASA. «Si me preguntan como científico si lo he comprobado, la respuesta es no; al menos aún no».
Durante mucho tiempo, Rusia ha jugado un papel renuente y, en ocasiones, obstruccionista en las negociaciones globales sobre limitar el cambio climático, quizá en parte porque esperaba beneficios económicos del calentamiento de su inmensa tierra interior siberiana.
Sin embargo, la ola de calor extremo, y la acompañante sequía y los incendios forestales en el centro normalmente fresco de Rusia parece estar provocando un cambio de forma de pensar.
«Todo el mundo habla ahora sobre el cambio climático», declaró el Presidente Dimitri A. Medvedev al Consejo de Seguridad ruso, este mes. «Desafortunadamente, lo que sucede ahora en nuestras regiones centrales es evidencia de este cambio climático global, porque nunca, en nuestra historia, habíamos enfrentado tales condiciones ambientales».
Las mediciones de termómetros muestran que la Tierra se ha calentado aproximadamente 0.8 grados centígrados desde la Revolución Industrial, cuando los humanos empezaron a bombear a la atmósfera enormes cantidades de dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero que atrapa el calor.
Ciertos acontecimientos recientes fueron tan extremos que unos cuantos científicos están haciendo a un lado su tradicional renuencia para atribuirle desastres específicos al calentamiento global.
Después de una ola de calor en Europa, en el 2003, que causó la muerte de 50 mil personas, los científicos publicaron análisis detallados que sugerían que no habría sido tan severa en un clima sin influencia de los gases de efecto invernadero.
«No es correcto preguntar si esta tormenta o aquella se debe al calentamiento global, o si es la variabilidad natural», señaló Kevin Trenberth, jefe de análisis climático en el Centro Nacional para Investigación Atmosférica, en Boulder, Colorado. «Hoy en día, siempre hay un elemento de ambas cosas».
John Collins Rudolf contribuyó con reportes a este artículo.
Fuente: Reforma – The New York Times, p. 2
Autor: Justin Gillis
Publicada: 21 de agosto 2010