Cada vez que se habla de desarrollo, invariablemente se completa el concepto con sostenible, perdurable o sustentable, pero las tres palabras siguen quedando como parte de las buenas intenciones manifestadas en todo discurso y documento acerca del tema.
El equilibrio entre nuestra especie y los recursos del entorno está lejos de ser cultura en el patrimonio de los humanos. El ser humano sigue siendo el peor enemigo para sí mismo en el romance del camino de la vida.
El único remedio contra la humanidad irresponsable es una educación responsable; si de verdad quiere que el planeta conserve condiciones aptas para la vida, necesita una educación sustentable.
Ante el panorama mortecino de multitudes famélicas, bosques que agonizan por la mano del hombre, bancos de peces muertos diariamente o el aire putrefacto por densas natas de bióxido de carbono y demás contaminantes, resulta difícil asimilar que el género humano está dispuesto a reducir la pérdida de recursos ambientales, a recuperar en serio suelos, mares y especies en extinción.
Todo ello no es más que un guión de buenas intenciones, en un mundo en que la comida, el agua potable, servicios de saneamiento y otros satisfactores básicos son inalcanzables para cientos de millones de semejantes.
Hace falta, para que se transmita de boca en boca por todo el mundo la poesía de la naturaleza, emulando a los viejos romanceros, que los recursos naturales sean aprovechados de manera prudente, versátil e inteligente, satisfaciendo las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades. Este es el verdadero significado del concepto de sustentabilidad.
Con los modelos actuales de consumo, uso y abuso de recursos, estamos lejos del consejo de Ovidio, el poeta latino del siglo I, que proponía comprar lo necesario no lo conveniente.
La conducta humana parece haber declarado la guerra a la naturaleza, una cruzada mundial del hombre contra la tierra, en la que sus victorias son el desarrollo tecnológico, pero que entrañan su derrota y autodestrucción al depredar su hábitat, sus fuentes naturales de sustento, la producción de oxígeno y las reservas de agua potable. Es apremiante un giro radical en la conducta humana ignorante y que entienda que en el progreso van de la mano educación, economía y ecología.
De continuar usando y extinguiendo, produciendo y contaminando e ignorando las fuentes de energía limpias, el término de la guerra estará próximo, coronado por la victoria tecnológica y con ella nuestra extinción en el planeta como especie.
Ante este panorama, la alternativa es mejorar la tecnología y la organización social, para que el medio ambiente pueda recuperarse. El desarrollo sustentable no es exclusivamente ambiental.
Las políticas de desarrollo sostenible afectan tres áreas: económica, ambiental y social. Varios textos de las Naciones Unidas, entre ellos el Documento Final de la Cumbre Mundial de 2005 (Nueva York), se refieren a ellos como pilares interdependientes.
La justificación del desarrollo sostenible proviene tanto del hecho de tener unos recursos naturales limitados susceptibles de agotarse, como de una creciente actividad económica que sin más criterio que el económico produce graves problemas medioambientales que pueden llegar a ser irreversibles.
El desarrollo sostenible, perdurable o sustentable, se refiere a la totalidad de las actividades humanas. Sin embargo, ante los diferentes retos, las condicionantes recomiendan tres reglas básicas en relación con los ritmos de desarrollo. La primera: ningún recurso renovable deberá utilizarse a un ritmo superior al de su generación.
La segunda: ningún contaminante deberá producirse a un ritmo superior al que pueda ser reciclado, neutralizado o absorbido por el medio ambiente. La tercera: ningún recurso no renovable deberá aprovecharse a mayor velocidad de la necesaria para sustituirlo por un recurso renovable utilizado de manera sostenible.
Retomando la línea romántica, hay autores que opinan que estas tres reglas están supeditadas a la utopía de la inexistencia de un crecimiento demográfico.
Y para asombro de todos, el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF) presentó en 2006 un informe en Beijing, China, en el que señalaba que Cuba es el único país en el mundo con un desarrollo sustentable. Las carencias obligadas por un bloqueo económico de medio siglo aguzaron el instinto de sobrevivencia y el coraje de un pueblo, ejemplo de perseverancia y progreso en muchos aspectos.
La forma: rescatar con una sólida educación sistemas, valores, conductas y estilos de vida.
El fondo: alcanzar si no un mundo romántico y utópico, al menos uno más equilibrado porque con él: TODOS SOMOS NATURALEZA.