Seis años antes de suspender a Rusia, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por su sigla en inglés) sabía que en ese país había un dopaje tan fuera de control que temió que algunos atletas pudiesen morir por el uso desenfrenado de sustancias prohibidas y consideró la posibilidad de colaborar con las autoridades rusas para ocultar el alcance del programa antes de los Juegos Olímpicos del 2012, según documentos internos obtenidos por AP.
Cuando finalmente salió a la luz el dopaje generalizado auspiciado por el Estado el año pasado, los líderes de la asociación se mostraron sorprendidos. “Esto ha sido un llamado de atención vergonzoso”, declaró Sebastian Coe, el nuevo presidente del organismo rector de este deporte.
Sin embargo, en el 2009, cuando se implementó un sofisticado programa de análisis de la sangre, los controles de la IAAF ya revelaban la magnitud del escándalo en Rusia, de acuerdo con correos electrónicos, cartas e informes de los últimos seis años.
Por entonces, los resultados de los controles no bastaban para sancionar a los atletas, pero ofrecieron una temprana alerta de la crisis que se avecinaba.
“Estos atletas no sólo le hacen trampa a sus rivales, sino que están poniendo en peligro su salud y sus propias vidas”, escribió Pierre Weiss, el 14 de octubre del 2009, cuando era secretario general de la IAAF, en una carta entregada en mano a Valentin Balakhnichev, presidente de la Federación Rusa de Atletismo, suspendido de por vida la semana pasada. Los atletas rusos registraron “algunos de los niveles (de sustancias dopantes) más altos jamás vistos desde que la IAAF empezó sus controles”.
Los análisis hechos en el campeonato mundial del 2009, en el que Rusia ganó 13 medallas, “hacen pensar que hay un abuso sistemático del dopaje sanguíneo o mediante productos relacionados con la EPO”, expresó Weiss.
Esa hormona inyectable y las transfusiones de sangre, ambas prohibidas en el deporte, son usadas por muchos atletas para mejorar sus niveles de glóbulos rojos, portadores de oxígeno, lo que ayuda a mejorar artificialmente el desempeño. El abuso de estos métodos puede hacer que la sangre se torne tan espesa que puede provocar coágulos, derrames y paros cardíacos.
Los documentos ofrecen detallada información sobre los momentos clave de la crisis, que motivó denuncias de que las autoridades rusas y de la propia IAAF aceptaron sobornos de los atletas para ocultar el dopaje y poder seguir compitiendo.
Otros hallazgos importantes
—Documentos internos de la IAAF previos a los juegos del 2012 indican que se planteó ocultar las sanciones de atletas rusos poco conocidos. “Es imposible marginar ‘discretamente’ de la competencia por dos años a atletas que han sido varias veces campeones mundiales y/u olímpicos. Su ausencia generará interrogantes e investigaciones de expertos y de la prensa”.
Una nota del 28 de septiembre del 2012, dirigida al presidente de entonces de la IAAF, Lamine Diack, calculó que 42% de los atletas de elite rusos se dopaba. También expresaba “particular alarma” por los dopajes en Turquía, España, Marruecos y Ucrania.
Antes del mundial del 2009, Weiss advirtió a Balakhnichev que los atletas estaban esquivando los controles diciendo que servían en el ejército ruso y no podían revelar dónde se encontraban.
Hacia el 2011, dos años después de implementado, el nuevo pasaporte sanguíneo de la IAAF emitía tantas señales de alarma sobre los atletas rusos que las autoridades analizaron la idea de violar sus propias reglas y las de la Agencia Mundial Antidopaje y lidiar en privado con algunos casos, según los documentos.
Los documentos revelan que se plantearon soluciones a dos puntas: aplicar las sanciones contempladas en los reglamentos a los atletas rusos más conocidos, que podían ganar medallas en los juegos de Londres, y un manejo “discreto y rápido” de los casos de los atletas menos conocidos, cuya ausencia en la competencia sin explicaciones pasaría inadvertida.
Si un atleta aceptaba esa solución, la IAAF “no publicitaría la sanción”, la cual sería acortada de cuatro a dos año, de acuerdo con una nota del 5 de diciembre del 2011.
“Estas medidas abarcan a atletas sin títulos ni resultados importantes. Su retiro de las competencias no llamará necesariamente la atención”, dice otra nota del 10 de abril del 2012 enviada a Diack, con el sello “ESTRICTAMENTE CONFIDENCIAL”.
La IAAF asegura que esas propuestas no se llevaron a la práctica y Balakhnichev declaró a la AP que jamás le hicieron esos planteamientos.
“No hubo suspensiones secretas. Al menos yo no me enteré ni escuché nada sobre sanción alguna”, aseguró Balakhnichev.
Weiss, secretario general de la IAAF del 2006 al 2011, dijo que el organismo no hubiera podido suspender a Rusia antes del año pasado, en que la comisión de Pound llegó a la conclusión en noviembre de que el gobierno del presidente Vladimir Putin era cómplice en una “cultura de trampas muy arraigada” en el deporte ruso, que es “generalizada y de vieja data”.
“Siempre tuvimos problemas con los rusos”, expresó Weiss en una entrevista con la AP. “(Pero) no teníamos pruebas de que la federación (rusa de atletismo) estaba a favor del dopaje”.
La semana pasada, la comisión de ética de la IAAF suspendió de por vida a Papa Massata Diack, hijo del ex presidente de la federación, por su papel en el chantaje a Shobukhova. También suspendió de por vida a Balakhnichev y a Alexei Melnikov, ex director de los programas de marcha y carreras de fondo en Rusia.
La IAAF reconoce esfuerzo de Rusia
La comisión de inspección de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), de visita en Rusia para juzgar los esfuerzos del país en la lucha contra el dopaje, aseguró que el Comité Olímpico Ruso reconoce “los problemas actuales” de su atletismo y la necesidad de reformas.
“La comisión ha destacado la necesidad (de Rusia) de reconocer los problemas actuales” y de tener “la voluntad de aportar los cambios reales y de duración en el atletismo ruso”, declaró la presidenta de esta comisión, Rune Andersen, citada en un comunicado de la IAAF.
Fuente:El Economista