Todos sabemos que frecuentemente los productos que consumimos son manufacturados en condiciones deplorables. Sin embargo, muy pocas veces tenemos la oportunidad de escuchar de primera mano testimonios de estos trabajadores. En octubre, una mujer encontró una carta dentro de un paquete de objetos decorativos que compró el año pasado para Halloween. En la carta se describían a detalle las largas jornadas de trabajo, la paga y otras características del trabajo en la fábrica donde se manufacturaron.
La nota, escrita en inglés y chino, pide a quien la encuentre denunciar la situación a Derechos Humanos, afirmando que trabaja en una fábrica junto con otros prisioneros del régimen comunista de China, una sentencia que llegó sin juicio y que obliga a laborar 15 horas diarias por equivalente a $1. 61 dólares al mes por entre 1 y 3 años.
La noticia fue publicada la semana pasada por un periódico local, recibiendo desde entonces varias reacciones. La organización Human Rights Watch explica que es imposible comprobar la autenticidad de la carta, pero que los datos que contiene son congruentes con lo que se sabe de los campos de trabajo en China.
La ley en Estados Unidos prohíbe el comercio con productos que resulten de trabajos forzados, pero al parecer no se trata de una norma que se siga de forma estricta. Por otro lado, la Sears Holdings Corporation , que controla a Kmart, lanzó un comunicado donde afirma que sus políticas impiden la relación de negocios con empresas que usen labores forzadas, por lo que toma en serio la acusación y realizará investigaciones para llegar al fondo del asunto.
Sea auténtica o no, esta carta recuerda las vidas y las historias detrás de los productos baratos que consumimos, en especial en épocas festivas, y que todos tenemos la responsabilidad de evitar el trabajo forzado.